TUtn mandatario que conculca las bases del derecho internacional, ¿cómo va a atenerse a las normas básicas de la diplomacia, incluso a las más básicas de todas ellas, la cortesía y la buena educación? Los continuos desplantes de Bush al presidente del gobierno de España, que es tanto como decir a España por la representación que ostenta José Luis Rodríguez Zapatero , no hacen sino acrecer la dignidad de éste, y de la propia España, ante quien, ensoberbecido en su papel de amo del mundo, no soporta los gestos de soberanía e independencia de las que debe considerar colonias, o provincias, o franquicias, o estados subalternos.

Desde 1953, desde que Franco se prosternó ante Ike y puso a sus pies la independencia de España, del mismo modo que catorce años antes la había puesto ante los de Hitler y Mussolini , los sucesivos gobiernos españoles, incluidos los de Felipe González , han bailado al son de los designios nortamericanos, y no sólo, por cierto, en política exterior. Por contra, la valiente y ética decisión de Zapatero de retirar del Irak ignominiosamente atacado e invadido las tropas españolas que su antecesor, Aznar , había envíado contra la voluntad de la nación, no sólo supuso el insólito cumplimiento automático de una promesa electoral, sino una gallarda expresión de independencia contraria a los intereses americanos aún más insólita si cabe. Por eso Bush hace a la menor oportunidad, y siempre en foros internacionales donde debe reinar la cortesía, agria ostentación de su desprecio a Zapatero, quien, en la reciente cita en Bucarest, sólo podía haber templado la relación humillándose previamente, esto es, acercándose de rondón a los grupitos que daban coba al todavía presidente de los Estados Unidos.

Zapatero ha tendido, cual es obligación de quien debe velar por las amistosas relaciones de España con los demás paises, la mano a Bush, pero la mano de Bush es mucha y muy soberbia mano.