TCtuando la televisión se veía solamente en blanco y negro, el comienzo de la Navidad lo daba un niño que cantaba el primer número de la lotería del día 22 de diciembre. A partir de ese momento, a lo largo de la mañana, se sucedían un sin fin de números musicados por voces infantiles que sonaban a Navidad nueva; y a nuevos ricos.

Hoy, en las ciudades con ayuntamiento derrochón, a primeros de diciembre ya avistamos en las calles los dibujos navideños que perfilan las luces de colores. Pero para algunos, la Navidad empieza cuando les sirven el primer plato de la comida de empresa, primera prueba culinaria del maratón comilón en el que todos participamos durante estas fiestas. En el transcurso de esta comida se crea un ambiente fraternal, provocado por el consumo de cava, que muchos aprovechan para tirar los tejos a alguna compañera, y otros para tutear al jefe y pasarle la mano por encima del hombro, en plan colega. Un día es un día. Los que tienen buen saque, ponen cara de póker cuando ojean la carta del menú y leen Capricho de novillo asado a la leña de cedro con patatas de San Luis a la salsa agridulce de criadillas y alcaparras , en vez de Chuletón con patatas fritas . Estos aún no se han dado cuenta de que la cocina de hoy es mitad arte culinario y mitad arte literario. De hecho, me ha comentado el octogenario escritor don Eliseo García , que en Suecia empieza a sonar un cocinero español de prestigio para próximo premio Nobel de Literatura.

Tras la comida de empresa, siguen otras tantas que completan el maratón comilón: cena con la hermandad tal, comida en beneficio de los necesitados de cual, cena con los compañeros del equipo de fútbol sala, con los miembros del coro, aperitivo con los compañeros de caza- Hasta que nos ponemos para la fiesta de Nochevieja los gayumbos rojos que conservamos del año pasado. Sorpresa, nos quedan un pelín chicos.

Los que superan todas las pruebas del maratón comilón, son premiados con un ramillete de preciosos kilos, y un amago de remordimiento de conciencia que nos empuja a despedirnos de estas fiestas con una frase tópica: "¡Cuánto despilfarro!". Sí, sí, pero el año que viene volveremos a las andadas. menez.mifotoblog.com

*Pintor