WDw ecenas de miles de personas ejercieron ayer en Madrid su derecho a manifestarse contra la ley del Gobierno del PSOE que reforma la legislación vigente sobre la interrupción del embarazo y establece un plazo de 14 semanas para abortar libremente, como ocurre en la mayoría de los países europeos.

El número de asistentes a la manifestación no escapó tampoco esta vez a las abismales diferencias según quién facilita las cifras. Pero, en cualquier caso, la asistencia fue multitudinaria.

Eso no significa, como exigen algunos organizadores, que el Gobierno deba retirar la ley o modificarla, sino que el proyecto debe ser tratado como cualquier otro y saldrá adelante si el Ejecutivo obtiene la mayoría suficiente. En la marcha, no convocada ni por la Iglesia ni por el Partido Popular, aunque ambas organizaciones animaron a sumarse a ella, participó el ala más dura del partido --representada por José María Aznar, Jaime Mayor Oreja o Esperanza Aguirre-- y al final se sumó también la secretaria general, Dolores de Cospedal, aunque no Mariano Rajoy.

Se podrá discutir algún aspecto de la ley --como abortar a los 16 años sin informar a los padres--, pero es falso el argumento de algún dirigente del PP, como la portavoz de igualdad, Sandra Moneo, de que vamos a pasar de una ley con consenso a otra sin él.

El argumento olvida que la derecha votó en 1985 contra la ley actual, que recurrió al Tribunal Constitucional, como puede volver a ocurrir ahora. Otra cosa es que, durante los años en que gobernó el PP, Aznar, que ahora desfila contra el Gobierno, no hiciera nada para cambiar la ley.

La ley de 1985 tiene un supuesto, el que permite el aborto en caso de riesgo para la salud psíquica de la madre, que todo el mundo admite que se ha convertido en un coladero. Pero los grupos antiabortistas que denunciaban ese defecto, y los políticos que les apoyan, se niegan ahora a aceptar el aborto en ninguna circunstancia ni la mayor seguridad jurídica que ofrece la nueva ley.

En esos grupos y en la derecha española se ha producido, pues, una regresión, que se une a las ganas de desgastar al Gobierno.

Cuando ayer le preguntaron a un miembro del Foro de la Familia por qué no se manifestaron cuando gobernaba el Partido Popular, contestó que no se puede salir a la calle todos los días. Pero es que en ocho años no encontraron ninguna jornada libre para organizar sus truculentas protestas contra lo que ahora tanto les molesta.