Profesor

Con despreocupación y desgana política, cada vez más irritante a estas alturas y de sobra demostrada, el gobierno del país entra en el mismo saco de los despropósitos asuntos nacionales graves o la triste desgracia que se apodera de las costas gallegas y de los miles de pescadores para buena parte de su vida.

Y así da igual tres que ochenta: léase decretazo , Ley de Calidad de la Enseñanza, subsidio agrario extremeño-andaluz, paso de emigrantes y un sinfín de cuestiones importantes para muchos, y al parecer, para otros secundarios.

Lo de Galicia tiene mandanga. Ni los propios de la tierra dan la talla: don Manuel Fraga de perdices mientras su tierra se arruina y don Mariano Rajoy, al igual que los ministros de Pesca y Medio Ambiente, sin enterarse de lo que va y tarde.

Y el señor Aznar como siempre, buscando culpables como sea, que los hay dentro y fuera del país, de todo menos asumir la parte que le confiere en este triste desaguisado, fruto de una mala organización, previsión y gestión de recursos, dejando para mañana lo que se debió solucionar a tiempo: que si el barco, que si la mancha, que si alejarlo...

El colmo a estas alturas es querer ahora pedirle los papeles a los barcos que navegan por las costas. ¿Y antes por qué no? ¿Están los demás litorales libres de que cualquier terrorista del transporte barato encalle y fastidie la industria pesquera o turística de Andalucía, Asturias, Cantabria o Cataluña? ¿De qué medios y proyectos dispone España para guardar, aunque sea medianamente, nuestras costas? ¿Cuál será el próximo rincón a fastidiar? ¿Cuánto durará la movida en busca de arreglarlo ahora todo? ¿Qué países europeos están por la labor y cuáles viven de este negocio negro ? ¿A dónde van y de dónde vienen los barquitos llenos de petróleo o fuel? ¿A España? ¿A Francia? ¿A Gran Bretaña? ¿Qué multinacionales se esconden detrás de este comercio?

¡País de mareas negras, oscuras, escondidas y falsas!