Escritor

No he hablado jamás con ella, ni la he mirado a sus ojos, y por tanto no he podido ser seducido por sus encantos. Pero la observo en una entrevista que le hace en Localia el padre Lucio Poves, de la Orden de Predicadores, de Los Santos de Maimona, y fue haciendo zapping que caí en sus redes, en este caso en las de María Antonia. Ha cambiado la escenografía del programa, con unos tonos azules y unos sillones de brazos muy largos con el fin de que el entrevistado crea en algún momento que puede volar. Son las cosas de Pepe Gutiérrez, que no sabemos quién lo asesora. El caso que fue María Antonia la que me cogió de sorpresa, porque nada de lo que decía fue a humos de paja. No se recató cuando oyó la palabra rojo, que es un término que Poves utiliza para tratar de intimidar y a veces encuentra quien le hace frente, como es el caso de María Antonia Trujillo. A mí también me lo espetó hace algún tiempo, y me acordé de la pobre de mi madre, y tuve que filosofar para ocultar un sentimiento que me puede desde que me pegó la primera torta el hermano Ignacio. María Antonia, se agarra a los brazos y de buena gana hubiera devorado felinamente a Poves, pero lo dejó todo en una sonrisita permanente llena de sabiduría y conocimiento. A su hijo lo tiene educado en la misma escuela, que llamó de valores, en una concesión para distinguirlos de los otros, como son Dios, patria y familia, que en Israel ya vemos lo de sí que dan con Sharon, además del diente por diente.

Hizo María Antonia un despliegue de conocimientos de las ciudades de Cáceres y Badajoz como no tienen sus dos alcaldes actuales, el señor Saponi y el señor Celdrán. De Cáceres y Badajoz, los que saben son los Pinilla, Marpisa, Monleón, La Granja, Céspedes y el Cerro del Viento, y sus alcaldes bastante tiempo tienen con pilotar las naves que los lleven a las húmedas playas del Senado, donde terminar con el riñón bien cubierto, bajo la cariñosa mirada de sus mayorías absolutas. María Antonia definió a Cáceres y Badajoz como ciudades desvertebradas y de Badajoz dijo algo que nadie nunca se lo había imaginado: que es como un abanico, donde sólo han crecido tres varillas. Toma.

No sé cómo será una mujer así en otras lides, pero yo me iría con ella, por si las moscas, con una enciclopedia para no hacer mucho el ridículo. He aquí una futura presidenta regional. Será otra época.