El libro del verano, protagonizado por una reina entre corrientes de aire, es una novela de amazonas. Mujeres fuertes, listas y vengadoras contribuyen a que la pequeña Lisbeth reciba al fin la reparación que le debe una sociedad dominada por hombres. La flaca, asocial, maltratada y letal heroína sueca, que maneja con soltura violenta una peregrina gama de armas raras como palos de golf, pistolas eléctricas, pistolas de clavos, máquinas de tatuar o consoladores, poseedora de una formidable memoria fotográfica, experta en matemáticas e informática, desvalida víctima de la crueldad machista y la poderosa, fanática y mafiosa máquina estatal consigue junto con sus fieles y recónditos amigos, dueños de la red, la victoria final en su lucha contra los verdugos de las mujeres de su familia. Lisbeth y sus defensoras pertenecen a la estirpe de heroínas, que desde la antigüedad han protagonizado la historia de la lucha de la mujer por defender su dignidad, su honra, su vida y sus principios; el linaje de Esther , Judith , Antígona , Xena , Laurencia y demás legión de valientes que en las páginas de la literatura, la Biblia o el mito triunfan sobre el abuso, la fuerza y la prepotencia de los que las utilizan como mero objeto sexual o las poseen o las vejan únicamente porque son débiles y porque son mujeres, hijas del pecado, hijas de Eva . Todo ficción. Porque en la vida real las amazonas como María del Carmen García Espinosa a la que la vida se le torció el día en que su hija de 13 años fue violada, cuando se toman la justicia por su incendiaria mano, como ella al quemar al "pincelito" que se paseaba durante un permiso por las calles de Benejúzar, son condenadas a 9 años de prisión por asesinato. Es repudiable la terrible reacción de Mari Carmen pero escandaloso que un violador se pasee ante la familia de su víctima. Algo falla en la Justicia y porque las heroínas vengadoras sólo triunfan en las novelas, yo, a veces, las prefiero a la vida real.