Dramaturgo

Ya no hay marquesas en Badajoz. Hay una que vivía de alquiler en mi edificio y no se fue de vacaciones a la playa porque decía que sólo le quedaban mil millones de pelas antiguas de la fortuna que heredó de su padre, y ahorraba lo que podía (aún le reclaman la suscripción del año pasado de la revista Golf ). Pero es una marquesa venido a menos. Las marquesas de verdad, las que podían servir de ejemplo a más de una mujer pública pacense (entendiendo lo de pública en el sentido más peluquero de la palabra) se agostaron hace tiempo para alegría de los que ponen las esquelas en la prensa porque tenían apellidos con muchos "de" y muchos lazos de damas de Isabeles y Fernandos y las esquelas valían una pasta. Que han desaparecido las marquesas sólo hay que verlo en el descenso de pastelerías con obrador propio que ha experimentado la ciudad.

Queda la Cubana, pero La Argentina, Pascual Alba, La Perla o Texas, cerraron sus puertas cuando la última marquesa de verdad estiró la pata. Se acabaron los tocinillos de cielo de encargo, nunca más se volvieron a pedir "piosnonos" por centenas (salvo Mediero que era el último que los desayunaba), se olvidaron los kilómetros de bizcocho y Badajoz perdió marquesas y dulzura. También finalizaron las tertulias poéticas de agua de azahar y de sales, y algún que otro pintor neorromántico intentó suicidarse porque nadie volvió a encargarle un retrato "secreto" de "entre usted y yo, ya me entiende" que aquellas marquesas guardaban en sus enormes roperos para despertar la líbido de sus marqueses y de algún que otro plebeyo.

Badajoz se ha vuelto más plebeya sin marquesas de verdad y eso se nota en todo, igual el AVE...