En los últimos días de noviembre el Gobierno marroquí permitió, no sabemos con qué criterio, la visita de dos periodistas a El Aaiún que nos fue vendida por el vicepresidente Rubalcaba primero y la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, como "un primer paso" hacia la apertura del Sáhara a la prensa española.

La realidad ha venido otra vez a poner a cada uno en su sitio, y el 28 de noviembre se produjo la primera de las expulsiones. Si a ésta le sumamos aquellos a los que sencillamente no se ha permitido la entrada, tenemos un veintena de casos hasta el día de hoy.

Así resulta que, si eres periodista o estás relacionado directa o indirectamente con un medio de comunicación o sencillamente acompañas a uno de éstos y llegas a Marruecos con intención de pasar unas vacaciones o visitar a familiares, lo único que tienes garantizado es la retirada del pasaporte y la reclusión en un calabozo en condiciones deplorables hasta que las autoridades del lugar estimen oportuno embarcarte para realizar el viaje de vuelta.

En un momento en que se nos presenta a Marruecos como un destino turístico de primer orden, deberíamos pensar que todos somos periodistas. Yo al menos así me declaro a ese solo efecto. De todas formas, creo que a mí no me admitirían de ninguna manera pero tampoco pienso darles ese gustazo.

José M Sánchez Torreño **

Plasencia