Los resultados del tercer trimestre de muchos de los bancos españoles van a tener un aspecto no muy positivo por obra y gracia de don Fernando Martín Alvarez , licenciado en Ciencias Químicas, presidente del Real Madrid durante solo dos meses y autor de frases tan memorables como "hay que hacer lo que hay que hacer, y, para hacer lo que hay que hacer, hay que saber lo que hay que hacer". Pero nuestros banqueros no le recordarán ni por su capacidad literaria, ni por sus conocimientos de química, ni siquiera por ser expresidente del Real Madrid, sino por el agujero de más de 5.000 millones de euros de Martinsa-Fadesa que tendrán que repartirse cerca de 45 bancos y cajas.

De momento, tendrán que provisionar esta cifra, aunque no quiere decir que todo sean pérdidas reales. Martinsa-Fadesa tiene activos, muchos, y serán adjudicados a sus acreedores en caso de que la empresa no pueda continuar su actividad. Además, el Banco de España probablemente dejará aplicar parte del colchón construido en tiempos de bonanza en forma de provisiones genéricas. Pero el disgusto y la erosión en los resultados y en la cotización no se los quita nadie.

Habrá que ver si este accidente es aislado o si es el principio de una cadena de suspensiones de pagos de las inmobiliarias. Estamos hablando de una inmobiliaria, no de una constructora. Las primeras son, fundamentalmente, casi exclusivamente tenedoras de activos, mientras que las segundas pueden gestionar activos, pero desarrollan otras muchas actividades. No todo el ladrillo es igual, ni mucho menos.

XEL ORIGENx de Martinsa-Fadesa es un ejemplo de lo que podemos denominar opas subprime , es decir, compras de grandes empresas cotizadas por parte de competidores más pequeños pertenecientes, en general, a empresarios con cierto éxito pero con recursos propios insuficientes para llevar a cabo operaciones del calado de las planteadas. Y aquí la banca española probablemente fue demasiado generosa. Prestó demasiado dinero a quien tenía que usarlo, sobre todo, para pagar a la empresa que compraba.

Es momento de recordar que sigue siendo cierto que el impacto directo de la crisis financiera global en los bancos españoles es realmente bajo. Las principales entidades financieras no han invertido en casi ningún producto de alto riesgo contaminado y, por tanto, no han tenido que ajustar el valor de sus carteras reconociendo pérdidas. Solo unos pocos fondos de inversión invirtieron en hipotecas subprime , solo unas pocas entidades han comprado bonos asegurados por las monolines (aseguradoras) norteamericanas y casi nadie tiene titulizaciones (hipotecas convertidas en activo de inversión) de Freddie Mac y Fannie Mae, las dos empresas de EEUU dedicadas a esta actividad e intervenidas por el Tesoro. La asunción de pérdidas reales o contables derivadas de la crisis financiera global es y será pequeña, insignificante si se compara con lo que le ocurre no solo a los bancos norteamericanos, sino a entidades europeas como UBS, RBS, Barclays, Deutsche Bank, Fortis...

Pero, pese a ello, la economía y la banca españolas no se han librado de los problemas. Las turbulencias financieras globales se transformaron muy pronto en una crisis de liquidez que derivó en crisis de fondeo de los balances de la banca y, rápidamente, en restricciones y encarecimiento del crédito que han hecho saltar por los aires los grandes proyectos (o sueños) inmobiliarios.

Los créditos sindicados tienen dos características singulares. La primera es que el riesgo se reparte entre varias entidades financieras. La segunda es que son muy transparentes. En los términos del contrato se exige que periódicamente se comunique a los bancos la evolución del negocio y de una serie de ratios acordados. Normalmente se formalizan unos covenants (compromisos) que, si no se respetan, permiten al sindicato de bancos firmante variar las condiciones e incluso forzar una cancelación anticipada del crédito.

En el caso de las operaciones sobre empresas inmobiliarias, estos compromisos tienen que ver con la evolución de los ingresos en relación con el servicio de la deuda, el valor en bolsa de la sociedad si la pignoración de acciones es parte de la garantía y, sobre todo, con la relación entre valor de tasación de los activos y la deuda pendiente. Y, claro, al frenar en seco la actividad inmobiliaria y caer en picado el precio de algunos activos (fundamentalmente suelo pendiente de recalificar), los covenants han saltado por los aires, los bancos han pedido a sus deudores más garantías y, al no existir estas, porque los tomadores de los créditos en general no tenían suficiente fortaleza financiera para hacer frente a las grandes operaciones que dirigieron, ahora los bancos españoles, todos, se enfrentan a un serio problema.

La banca española, y el Banco de España, se enfrentan a un dilema muy serio: ¿asumen las pérdidas derivadas de créditos fallidos por valor de decenas de miles de millones de euros? ¿(Re)compran las inmobiliarias que pidieron esos créditos (o sus activos)? ¿Aplazan las decisiones renegociando los plazos y compromisos de los créditos sindicados confiando en que las condiciones del mercado mejoren en un par de años. En el caso de Martinsa-Fadesa, Fernando Martín ha decidido por sus 45 bancos acreedores. Veremos si la banca puede gobernar su futuro o son sus clientes los que toman las decisiones por ellos.

Como de costumbre, se cumple el aforismo: si debo 50.000 euros a un banco tengo un problema, si debo 5.000 millones, el problema lo tiene el banco (o todo el sistema, en este caso).

*Consultor. Socio de Europraxis.