Periodista

Como nadie es apolítico, a uno le apetecen estos ratos, las campañas electorales, aunque sólo sea por la constatación de que seguimos en democracia, pese al peligro rojo que han destapado algunos y que asusta menos que el coco, con el que nos amenazaban nuestras pobres madres en plena dictadura.

Esta campaña, de la que he leído algunos programas y sólo he oído otros porque no los he encontrado por escrito, es como todas: proyectos, iniciativas, promesas. Sólo he oído a un candidato, además, agradecer que en su día le dieran el voto, que ahora pretende renovar, afirmando también que esto no es una carrera de relevos en el que el testigo se lo pasa un candidato a otro, o que éste lo recoge porque a aquél se le cae, sino que somos los ciudadanos los que se lo damos a unos u a otros.

Tampoco demasiados insultos, hecha la excepción de unos exabruptos en la Feria del Libro de Badajoz por no más de un par de intervinientes, que pienso no venían a cuento. Lo demás, dentro de la libertad propia de las licencias de estos días, por las que ya es muy difícil que nos rasguemos las vestiduras. El avisado lector sabe que cada cual arrima el ascua su sardina y que, periódicamente se van concluyendo obras a marchas agigantadas, embelleciendo jardines con pensamientos y presentando proyectos (unos documentados y otros de palabra, eso sí), que seguramente se podían haber presentado hace meses. Pero estamos en campaña y no creo que nadie se escandalice. Aunque casi todos ya sabemos distinguir entre la paja y el grano.

Hay excesos de largo, más que en otras campañas y las he seguido todas, de ministros por metro cuadrado por esta tierra. Que tampoco es malo, oiga; sobre todo si trajeran, como recuerdo que traían algunos en tiempos de Franco, proyectos y cosas para Extremadura, más allá de lugares comunes. Porque me parece normal, en el contexto de campaña del que escribo, que un par de líderes cualificados de los partidos pasen por la tierra, pero tanto ministro... nunca. ¿No tenemos ya autonomía y prácticamente todas las competencias? ¿Hay planes y proyectos de choque para Extremadura? Bienvenidos fueran.

Pero... ¿entienden ustedes que algunos vengan a decir que si hay paro, la sanidad no funciona, la enseñanza anda manga por hombro y... la culpa es sólo nuestra? Preguntas ingenuas: ¿De qué, entonces, son ministros?; ¿cuál es su responsabilidad?

Además, esta campaña me ha sacado de un error. Y me alegro porque todos lo han prometido: van a bajar los impuestos y van a crear más puestos de trabajo. Yo, que soy de letras, era escéptico como un amigo mío. Ambos coincidíamos que con menos dinero no se puede comer más carne. Pero según la teoría de otro amigo economista es posible. Este es el resumen, si no lo he cogido mal, que me ha hecho: el PIB ha crecido (vía masa salarial, con más cotizaciones a la Seguridad Social y más puestos de trabajo --precarios añado yo--); hay más impuestos pues de IRPF, de sociedades, más consumo, sube el IVA... se recauda más en una palabra. La recaudación está subiendo por encima de la bajada de impuestos y las arcas públicas (y privadas añado) tienen más dinero y, en pura economía de mercado la bajada dicen que incentiva la productividad y la creación de puestos de trabajo. Pues me alegro, no sólo de salir del error sino de que ganen unos u otros un par de anhelos de todos los extremeños se verán cumplidos.