La partida destinada al Ministerio de Defensa será una de las que más se incrementen en los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año. Aumentará por encima del 5%, el doble de lo que lo hizo en el 2003. Con independencia del debate de las prioridades globales de inversión que España pueda requerir en todos los terrenos cara al 2004, esta iniciativa del Gobierno no parece cuestionable ni descabellada, dado que el gasto militar español (1,2% del producto interior bruto) está por debajo de la media de lo que destinan los otros socios europeos de la OTAN (2% del PIB) a esta materia. Y ocupar el penúltimo lugar de este ránking sólo por delante de Luxemburgo es un contrasentido cuando aún se está armando un Ejército profesional y crece la implicación de las tropas españolas en misiones internacionales.

Los gobiernos de José María Aznar han aumentado año a año la dotación de Defensa. Pero se partía de unos propuestos muy limitados y el alza que se plantea para el 2004 tampoco persigue convertir a España en una potencia militar. Lo que sí cabe esperar es la máxima transparencia y tino en la gestión de esos fondos para evitar, también, carencias como las que afloraron con la tragedia del avión ucraniano Yak-42.