La situación de las infraestructuras en Extremadura ha mejorado considerablemente en los últimos años y viajar por carretera es cada vez más cómodo y seguro. Pero nuestra asignatura pendiente sigue siendo el transporte público, concretamente el avión y el ferrocarril. Vía aérea las cosas van mejorando y ahora mismo hay competencia, lo cual beneficia a la región. Al fin las compañías han entendido que en Extremadura hay un mercado potencial que, ofreciéndole buenos horarios y la posibilidad de enlaces rápidos con distintos aeropuertos nacionales e internacionales, se subirá al avión. Desplazarse a Madrid o Barcelona no es ya una entelequia y además puede hacerse a un precio razonable (49 euros), con lo que las empresas hacen negocio y los extremeños estamos en igualdad de condiciones que el resto de españoles para viajar.

Pero si el Ministerio de Fomento da facilidades para que la línea aérea funcione, no propicia por contra que pueda utilizarse el tren. No es lógico que ir de Extremadura a Cataluña sea el doble de caro en ferrocarril que en avión si además en el primero el viaje es mucho más largo. Con todo, bienvenidas las compañías aéreas, modelo de explotación que esperemos que Renfe imite. Los extremeños no queremos perder el ferrocarril ni tampoco el tren de la modernidad.