WEwn las últimas semanas ha saltado a los medios de comunicación la reivindicación de un hospital para la zona de Valencia de Alcántara. Los ciudadanos exigen que los servicios públicos se encuentren lo más cerca posible de sus casas. Y mucho más uno tan esencial como la atención sanitaria, una de cuyas características es que en muchas ocasiones el factor tiempo separa, literalmente, la vida de la muerte.

Por todo ello, si es complicado oponerse a la construcción de un instituto de enseñanza o incluso de una piscina cubierta o un campo de deportes, mucho más lo es oponerse a la construcción de hospitales nuevos. En este asunto hay que actuar con rigor y prudencia precisamente porque es muy fácil arrastrar a la opinión pública hacia este tipo de peticiones. Ya se vio con el hospital de Almendralejo, cuya justificación también era discutible, y mucho más con la autovía a Mérida, pero en aquel tiempo sirvió como arma para la pelea política en beneficio del PSOE, como ahora el PP quiere también utilizarla en su provecho en el caso de Valencia de Alcántara.

No cabe duda de que el área sanitaria de Cáceres es muy extensa (la más larga de este a oeste: 200 kilómetros desde la zona de Alcántara a las Villuercas, con la capital en el centro) y de que muchos pacientes tienen que hacer cien kilómetros para llegar al hospital, pero también es cierto que, desde el punto de vista demográfico y de demanda sanitaria, la construcción de un centro hospitalario en Valencia de Alcántara difícilmente resiste un análisis detenido. También juegan en su contra el gran desembolso que hay que hacer para construir y mantener un hospital (casi 20 millones para abrirlo y 15 para mantenerlo cada año, según datos del SES) y las propias exigencias financieras de un sistema sanitario universal como es el español, con una galopante deuda, cuya preocupación y posibles soluciones se han puesto de manifiesto en la última Conferencia de presidentes autonómicos.

Este diario publicó el pasado 29 de noviembre una información, cuya fuente era la Consejería de Sanidad, que pone de manifiesto que, aun añadiéndole a ese hospital el área sanitaria de San Vicente de Alcántara, lo cual tal vez produciría rechazo porque el hospital de referencia de esa zona es el Infanta Cristina, no tendría adscritas más de 13.000 personas, es decir, cuatro veces menos que el hospital de Coria, que con sus 50.000 usuarios dependientes es, en este aspecto, el más pequeño de la comunidad.

Otra cosa es, como ya ha anunciado Sanidad, que se acerquen servicios de pruebas diagnósticas, análisis y especialidades. O de que se refuerce la zona con una UCI móvil. El Centro de Alta Resolución de Trujillo podría ser un modelo a seguir y su existencia se debe, precisamente, para acercar un nivel de la atención sanitaria a los habitantes de la zona este del área de Cáceres. Y es que existen soluciones intermedias a la construcción de un hospital que ofrecen más inmediatez en la atención sin gastos imposibles de sostener.