Escritor

De apoteósico puede ser calificado el cierre de legislatura en el Ayuntamiento de Plasencia. Con independencia de la demanda interpuesta por el actual alcalde contra su propio partido (hasta ahora) por la presunta ilegalidad cometida por éste en lo que concierne al encabezamiento de la lista para las próximas lecciones municipales, son varios los despropósitos que conviene comentar. El último, que vuelve a colocar en las portadas de los periódicos y en las cabeceras de los informativos de radio y televisión a la ciudad del Jerte, la anunciada destitución, si la ley lo permite (muchos miramientos tienen ahora, los que acaso no tuvieron para cesar al interventor), del jefe de la Policía Local, uno de esos asuntos (como el del cuartelillo) que llevan años esperando una respuesta; una solución que la irresponsabilidad o la incompetencia del equipo de gobierno no ha encontrado aún. Luego nos extrañamos de que la seguridad ciudadana esté como está y el tráfico lo mismo. Y de que hayamos estado a punto de perder, con alevosía y nocturnidad, sin alternativas, buena parte de los aparcamientos del centro.

Qué decir de las últimas gestiones del concejal de Cultura. Tras ocho años de manifiesto desinterés por la Feria del Libro, por los libros en general y por las bibliotecas en particular (a no ser que llame preocupación por la lectura a mal editar con dinero público mamotretos ilegibles), se lanza a organizar, con toda precipitación, una en la plaza, con la aquiescencia de cuatro libreros (lo comprendo: ellos están para vender), que, ojalá me equivoque, fracasará por su apresuramiento. Esta jugada electoralista, además, quemará para el futuro (ojalá en esto me equivoque también) una actividad cultural imprescindible en cualquier pueblo o ciudad con una mínima dosis de autoestima. Pero no es sólo eso. Por aquello de nuestra tradicional vocación marinera, pretende inundar los claustros de Las Claras con... ¡maquetas de barcos! Entre los dibujos que compró hace unos meses y esta nueva adquisición, ¿en qué museo de los naufragios pretende convertir ese noble edificio?

Uno no comprende esta huida hacia delante. ¿A qué viene, por ejemplo, ese intempestivo interés por un nuevo polígono en la Dehesa de los Caballos? ¿Cómo van a hipotecar los planes de la próxima corporación? ¿No es carga bastante la que dejan?

Es penosa esa peregrinación de unos y otras por las televisiones locales denunciando y anunciando agravios y proyectos. ¿No sería mejor que se fueran diluyendo; que desaparecieran, como otros, de la escena; que le limitaran a atender sus obligaciones puntuales y que la despedida fuera menos sonora y triunfal ?

Eso por no hablar del telón de fondo de la ilegal, injusta e inmoral guerra de Irak que su partido (hasta ahora), al fin y al cabo, apoya y representa. Aunque por fortuna las cosas aquí estén calmadas (entre otras razones, por nuestra inveterada apatía), que no duden de la indignación de los ciudadanos, cansados de tantos desatinos, en lo local y en lo nacional, tanto da; frutos podridos, en el último caso, de la política errática que inspira su cesante líder visionario. Creo que la situación da una idea cabal del agotamiento del equipo (es un decir) que gobierna (otro) en Plasencia. Lo que pase, con todo, lo dirán las urnas. Esa es la grandeza (la miseria, para algunos) de la democracia.