WLwos 87 millones de prendas confeccionadas en China por encargo de importadores europeos retenidas en las aduanas por orden de Bruselas ya pueden entrar en el circuito comercial de la UE sin restricciones. Ningún país se opone al nuevo pacto Bruselas-Pekín, que debería ser más duradero que el firmado en junio pasado. La escasa vigencia del acuerdo anterior es un mal precedente respecto de la seguridad jurídica en estos tratos comerciales internacionales.

Para España es una mala noticia. Se perderán aún más puestos de trabajo en la industria textil propia y, digan lo que digan los teóricos del libre comercio, eso no lo compensaremos con empleos en la distribución comercial. Lo peor es que no está demostrado, sino más bien lo contrario, que las prendas importadas a bajo precio acaben beneficiando al consumidor. El IPC no lo refleja. La patronal textil y los negociadores españoles en Bruselas dieron buenos argumentos desatendidos: no sólo se pierden puestos de trabajo en industrias que serían competitivas en igualdad de condiciones laborales, sino que crece tanto nuestra dependencia que China es ya la proveedora de más del 50% de nuestros productos textiles.