Lo escuché en televisión y no lo podía creer. Ojalá sea mentira, pero los datos que dieron me parecieron tan horribles y escalofriantes que me quedé escuchando con atención...

Se trataba de una clínica de Barcelona en la que practicaban abortos a mujeres cuando estaban embarazadas de siete y ocho meses... Dios mío a eso no se le llama aborto... Eso es un asesinato en toda regla, cobraban 4.000 euros por matar a un niño, ¿y sabéis cómo hacían tal aberración? Pues les ponían algo para pararle el corazón, o sea provocar un infarto, y naturalmente el niño moría... Dios mío, a mí me dolía el corazón sólo de oírlo... Era en una clínica de alto nivel, cobraban 4.000 euros por matar niños... ¡qué bajo nivel!... Yo creía que un médico se dedicaba a salvar vidas, ¿dónde está la ética profesional? ¿Dónde está la moral y los sentimientos? ¿No tendrá hijos el que haga esto? ¿No le temblará la mano al hacerlo?... ¿Y qué me decís de la madre?, no tiene derecho ni a llamarse madre yo sentí vergüenza, y si eso es verdad no tendría piedad ni de ella ni del que lo practique, y los mandaría a la cárcel, porque eso es un crimen.

Yo no entiendo nada, pero con siete y ocho meses de gestación se puede hacer una cesárea a esas... mujeres que no quieran a sus hijitos, y luego alguien se haría cargo de ellos... Dios mío, todo antes de matarlo... No podía dormir esa noche, y ahora mismo sólo de escribirlo me pongo mala.

Mary Durán Calle **

Cáceres