El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, compareció el jueves en la Asamblea para dar cuenta de los planes de su gobierno tendentes a atemperar las consecuencias de la crisis económica. Hay que partir de la base de que un gobierno autónomo tiene limitadas herramientas para hacer frente a la situación en que se encuentra la economía, una de cuyas causas --la crisis hipotecaria de Estados Unidos-- se está dejando notar, por cierto muy crudamente, estos días a miles de kilómetros de distancia y con resultados preocupantes no para la economía extremeña, sino de buena parte del mundo. Vara, como es lógico, anunció medidas que están a su alcance: algunas lógicas, como ahorrar en gasto corriente todo lo posible (luz, teléfono, viajes, calefacción, etc.), y otras que resultan menos entendibles, como el proyecto de endeudarse pidiendo recursos financieros en entidades de fuera de Extremadura para depositarlos en las entidades extremeñas si estas se comprometen a financiar medidas dirigidas a salir de la crisis; o rebajar el impuesto de los bancos a cambio de que éstos presten dinero a bajo interés. Son menos entendibles porque, en cualquier caso, su alcance sería limitado. Mucho más el que vincula prestar el dinero a bajo interés con la rebaja de los impuestos a los bancos, toda vez que este impuesto está pendiente de un recurso ante el Constitucional y lo más lógico es pensar que ninguna entidad bancaria va a tomar esa rebaja como un beneficio cuando todas están en contra el impuesto y prácticamente nadie lo paga. Algo parecido ocurre con el impuesto de solares, cuya suspensión difícilmente podrá animar la actividad económica dada que la cuantía de lo recaudado es de poco más de 3 millones.