Consejera de

Bienestar Social

La memoria es un don precioso del que el ser humano disfruta y que, como muchas de las cosas que nos suceden a lo largo de nuestra vida, no apreciamos hasta que la perdemos. La falta de recuerdos pasados y la incapacidad de acceder a los datos más cercanos, la pérdida de habilidades, lenguaje y otras facultades, son la condena diaria que deben soportar los enfermos de Alzheimer, uno de esos males modernos que asolan nuestra sociedad y cuyas cifras en aumento escalofriante amenazan con convertirlo en una epidemia mundial, generalmente asociada a las zonas más ricas del planeta. El envejecimiento paulatino de la población, e irónicamente, el que cada vez se registre una mayor esperanza de vida, provoca ese aumento en el número de enfermos en las zonas desarrolladas.

Ante estos datos, desde la Junta de Extremadura consideramos que la política adecuada para hacer frente a este problema no sólo pasa por prestar una atención completa a través de centros dotados con todo tipo de equipamientos y programas específicos, sino que hay que dar un paso atrás y conseguir que cada vez un mayor número de personas esté concienciada de las formas de prevenir y hacer frente al Alzheimer. Por ello, potenciamos la puesta en marcha de programas de prevención, mediante el hábito del ejercicio intelectual y una dieta alimentaria equilibrada, ambas prácticas, aunque necesarias en cualquier persona mayor, más importantes si cabe en las que tengan posibilidades de ser atacadas por este mal.

Pero una vez que la enfermedad ha rebasado los diques que se hayan intentado construir, desde la Administración somos conscientes de la necesidad de ofrecer a esas personas una atención completa, pero también de la obligación que tenemos para con las familias, que superan una prueba durísima y que muchas veces ven cómo el fantasma del desfallecimiento aparece un día sí y otro también. Porque es hora de reconocer la labor callada y constante prestada por las familias extremeñas que sufren este mal. El enfermo de Alzheimer depende totalmente de su entorno y en muchas ocasiones los familiares realizan un trabajo que, además de no ser valorado como se merece, debe encontrar un apoyo continuo por parte de los poderes públicos.

El compromiso de la Junta de Extremadura en este sentido se ha cristalizado en la red de Servicio de Estancias Diurnas, con centros en los principales municipios de la región, gestionados directamente por la Consejería de Bienestar Social. Es éste un recurso que ofrece una atención integral durante el día para proporcionar la máxima calidad de vida a los enfermos y a los familiares, paliando en lo posible las consecuencias negativas de su enfermedad, y sirviendo como sustitución familiar, soporte y descarga. Además de esta ayuda directa, consideramos que el apoyo a las asociaciones para que puedan realizar de forma eficaz su trabajo es otra línea de acción necesaria.

Por último, el programa de memoria de la Junta de Extremadura se viene desarrollando en los hogares y residencias de mayores desde finales de 2001. A través de la evaluación de la memoria previa a la participación en el programa por parte de las personas mayores, se realiza una importante labor de detección de posibles problemas.

Pero la prevención y la lucha contra el Alzheimer no es únicamente responsabilidad de los que la sufren, sino que desde las diferentes administraciones se deben aportar todos los medios necesarios para conseguir encontrar fórmulas cada vez más eficaces de contratacar el mal. Por ello, desde la Junta reclamamos la importancia de un compromiso mayor del Estado con la investigación y el desarrollo, ya que es en esta senda donde se encuentra la esperanza futura de los posibles enfermos. Para conocer y combatir con mejores medios esta enfermedad de cura por ahora desconocida, es necesario reclamar una mayor dotación presupuestaria a las políticas de investigación del Gobierno, que han disminuido de forma radical en los últimos seis años, lo que ha propiciado la fuga de investigadores nacionales a otros países, donde son mejor tratados y tienen un futuro laboral más estable. Esta circunstancia se produce por la falta de importancia que por parte del Gobierno central se da a su tarea, que para nosotros es una esperanza de futuro que ni se nos puede ni se nos debe arrebatar.

Es necesaria y obligatoria, por tanto, la unión de todas las fuerzas posibles, familias, administraciones, en fin, de toda la sociedad, en la prevención y la lucha contra el Alzheimer, para conseguir concienciar a un número mayor de personas de los efectos de este mal, para el que por ahora no se ha descubierto un remedio. Es responsabilidad de todos, puesto que no se trata únicamente de cuidar la situación actual de los enfermos, sino de mejorar en lo posible la herencia que recibirán las generaciones futuras.