Dramaturgo

Tiene razón Mediero cuando señala la necesidad de llamar al pan, pan, y al crimen, crimen, y no tópico, si de hablar de la Guerra Civil se trata. El eufemismo, cuando se tienen delante las fotografías de los soldados alemanes saludando a Franco con los brazos extendidos en el palacio de los Golfines, cuando se sabe que la historia de esta salvajada sólo fue contada por quienes la consumaron hasta el final y se cosieron los labios de los historiadores vencidos con el alambre de la censura, el eufemismo, digo, es una memez u obedece a intereses.

Posiblemente existen grandes tópicos sobre la Guerra, como lo del millón de muertos o las famosas corridas en la Plaza de Toros de Badajoz, que utilizarían a personas en lugar de morlacos (esto más que un tópico, es falso), pero no todo son tópicos, los fusilados en las murallas, Plaza de Toros y cementerio de Badajoz, no es un tópico; la muerte de Canales, alcalde de Cáceres, fusilado en plena Navidad, no es un tópico; ni los atropellos en decenas de pueblos, ni las barbaridades, ni los crímenes (aquí da igual el bando) son tópicos.

Flaco favor haremos a la memoria si antes de empezar en serio, como recomienda la ONU, nos colocamos la coraza protectora y empezamos a sopesar palabras, muertos, y nos la cogemos con el papel de fumar del último cigarrillo del condenado.

Porque es curioso que los mismos que se indignan cuando de estas cosas, de esta memoria se habla, sean quienes nos enseñan, podridos de nostalgia, las calles, las plazas y las murallas (ya llegarán al cementerio) en coleccionables a todo color, eliminando a las personas, por supuesto.