Referido a un encausado, mendaz es casi un palabro en boca de un juez. Pero no sucede lo mismo cuando se lee en un auto judicial, en este caso a propósito de lo dicho por la encausada Carme Forcadell: «No se escapa que las afirmaciones pueden ser mendaces».

Así lo ha escrito y firmado el juez Pablo Llanera, del Tribunal Supremo, tras tomar declaración a la expresidenta del Parlamento catalán por delito de rebelión.

Es, sin duda, un refinado modo de llamarla mentirosa, pero es también una precaución del juez ante el riesgo de que Forcadell reincida en su conducta delictiva después de haberla dejado en libertad. De acuerdo, una libertad de 150.000 euros, pero para eso está la «caja de resistencia de la ANC, para hacer frente a las «agresiones del Estado», que con ese fin y ese argumento se creó. En todo caso, ¿cómo va a fiarse el juez Llanera de quien considera mendaz, aunque sea solo en grado de posibilidad?

Sin embargo, el juez estaba obligado a creerse el compromiso de Forcadell, consistente o en renunciar al Satanás de la actividad política (este interrogatorio de ficción: «¿Renuncia a la política?», «Sí, renuncio», «¿Y a todas sus obras?», «Sí, renuncio», «¿Y a todas sus seducciones?», «Sí, renuncio») o en renunciar al Satanás de la ilegalidad (este otro: «¿Cree en la Constitución?», «Sí, creo», «¿Cree en el artículo 155?», «Sí, creo», «¿Cree en el Estado y en la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial?», «Sí, creo»).

El juez estaba obligado porque es legítimo mentir para eludir la prisión, se trate de Forcadell o del mismísimo Puigdemont que acudiera mañana al cuartelillo más próximo pidiendo ser detenido, llevado ante el juez y, tras declarar que el independentismo y él mismo eran solo simbólicos, puesto en libertad bajo fianza. La mendacidad es un derecho que minimiza o incluso anula los efectos penales.

El problema de Forcadell es que será ya siempre la mendaz, tanto para la justicia como para sus separatistas. Al juez puede haberle mentido para evitar la prisión (y el juez se ha cuidado de aclararlo, por si acaso), pero qué ocurre con quienes la creyeron.