WEwl caso de Alba , la niña de 5 años que está ingresada muy grave en el Hospital del Vall d´Hebron víctima de unos sistemáticos malos tratos, es una triste prueba de la violencia que sufrió en su entorno familiar, pero también una palpable muestra de los errores y la descoordinación de los responsables de proteger a los menores. Durante cuatro meses, la evidencia de que la niña sufría agresiones estuvo en manos de los jueces, de las policías y de los servicios sociales y de protección de la infancia de dos municipios y de la Generalitat. Pero nadie acertó a reconocer la situación de riesgo que vivía la menor, ni mucho menos tomó las medidas adecuadas. En el caso de la violencia que sufren las mujeres, hace ya tiempo que se llegó al convencimiento de que el sistema no las protegía de forma efectiva. Y se emprendieron profundas reformas legales y se llevó a cabo una intensa labor de pedagogía social. El fracaso del sistema no es menor en la protección de los menores. Es hora de que el sufrimiento de los pequeños despierte la misma alarma social y movilice los mismos recursos. Ni un niño más merece padecer las torturas que ha sufrido Alba presuntamente por culpa de sus padres y por la desorientación de los servicios públicos.