La precariedad laboral y la falta de distribución de la renta se han convertido en dos de las indeseadas características de la recuperación económica española. A lomos de una reforma laboral ampliamente contestada, España ha abandonado lo peor de la gran depresión pero a costa del deterioro del mercado laboral, denuncia el informe La precariedad laboral lastra la economía a medio plazo, que ha elaborado el sindicato CCOO. El trabajo a tiempo parcial, la sobrecualificación de los trabajadores, el auge de la figura del falso autónomo, los sueldos muy bajos y, en general, la devaluación de las condiciones laborales son la cara B de la recuperación española. Así, por primera vez en diez años, el salario medio registra un descenso a nivel nacional, que se sitúa en 1.878 euros al mes de media, si bien ese dato a nivel extremeño desciende hasta los 1.613, el más bajo del país. No obstante, la brecha entre el salario extremeño y el nacional se ha reducido en un 23% debido principalmente a que hay menos gente ocupada y quienes quedan son empleados públicos o cuentan con un trabajo de toda la vida que han podido conservar pese a la crisis.

Estos datos demuestran que la precariedad ha alcanzado cotas estructurales, lo cual tiene gravísimas consecuencias, como muestran los datos que indican una aumento de la pobreza y de la desigualdad. Con sueldos más bajos de los tiempos anteriores de la crisis, resulta evidente que la recuperación no ha alcanzado a todos los ciudadanos y cuesta, por tanto, entender la euforia con la que el Gobierno habla de la recuperación económica. Esta nunca podrá ser plena hasta que las diferencias salariales se estrechen. Sueldos tan bajos no solo impiden que gran parte de la población pueda poner en práctica sus proyectos vitales (este hecho es especialmente sangrante entre los jóvenes), sino que tiene consecuencias muy dañinas en otros ámbitos, como el del mantenimiento de la caja de las pensiones cuando las cotizaciones a la Seguridad Social son, a la fuerza, tan precarias como los empleos de miles de ciudadanos.

Atrapado entre el desempleo, la precariedad y la subocupación, con enormes brechas de edad y género y con una desigualdad galopante, el mercado laboral español es low cost. Las medidas de choque (fiscales y laborales) para salir de la crisis han tenido esta consecuencias. Toca trabajar hacia objetivos que ya son imperiosos, como apostar por sectores que den un alto valor añadido a la economía. Un mercado laboral low cost lleva a una economía insostenible.