TEtl Gobierno se embarca en dos operaciones contradictorias entre sí. Por un lado, se trata de derrotar a las encuestas. Cuenta con la esperanza de una cierta recuperación económica, su reconstituida mayoría parlamentaria (con el PNV y CC de socios) y el famoso quietismo de Rajoy . Por el otro, se trata de culminar el proceso de reformas de la economía española, tal y como le reclaman los mercados y la UE. Ahí cuenta con el apoyo de los empresarios, pero está por ver el de los sindicatos, que incluso no descartan la posibilidad de una nueva huelga general.

Para ganar las elecciones y al mismo tiempo satisfacer a los mercados, Moncloa habla de "reformismo con protección social". Por esa estrella quiere dejarse guiar Zapatero en los 400 días que le faltan para agotar la Legislatura. En el enunciado está la dicotomía que debe gestionar. Los términos reformismo y protección social tienden a colisionar, si nos atenemos al actual desarrollo de los acontecimientos.

Se está viendo en las discretas negociaciones del Gobierno con los sindicatos respecto al diseño de un nuevo sistema de pensiones. Al menos por la amarga dialéctica de los líderes sindicales, se tiene la sensación de que el futuro de las pensiones españolas lo van a decidir los mercados. O los sindicatos, si finalmente se imponen sus tesis. Pero será muy difícil, aquí y ahora, encontrar una fórmula que deje satisfechas a las dos partes. Y si sólo satisface a una, habrá un coste alto para el Gobierno. En las urnas o en el futuro de la economía nacional.

Hablo de la maldita ecuación política en la que está atrapado Zapatero desde que en aquel sonado fin de semana de mayo en Bruselas se cayó del caballo camino de la tierra prometida. El presidente del Gobierno y líder del PSOE cambió de montura, pero no sus electores, que siguen donde estaban cuando le auparon a la Moncloa por segunda vez.

Ahora Zapatero ha de conciliar las exigencias de los acreedores, expresada a través de los mercados, con las de las centrales sindicales, en las que se reconoce una inmensa mayoría de los votantes socialistas. Huelga general, si no hay acuerdo antes del día 25 de enero, dicen los sindicatos. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez , se está empleando a fondo para lograr la fumata blanca.

O la alternativa, nueva ofensiva de los mercados, si éstos consideran que el Gobierno de España no hace los deberes. En su reciente encuentro monclovita con empresarios y banqueros, Zapatero tiró de informe económico de la Presidencia. Sostiene que 2010 fue un año difícil pero con resultados. Por ejemplo, en la reducción del déficit público. Y se mostró firmemente decidido a completar el proceso de reformas en marcha. Pero los sindicatos no estuvieron presentes. Como si eso no fuera con ellos. Mala señal.