WEwl caso conocido como de las fotos de Mérida , profusamente difundidas por internet, se aclara. El auto del Juzgado número 4, de cuyo contenido se da cuenta hoy en estas mismas páginas, recoge sin titubeos confesiones de encausados dando cuenta de cómo se sustrajeron las fotos del ordenador del abogado Angel Acedo y de por qué. De este asunto, que se ha puesto como ejemplo del lodazal en que a veces se convierte la política y también de los efectos devastadores que tiene la violación de la intimidad para la tranquilidad y la buena fama de las personas, era importante conocer el móvil. Porque han sido tantas las especulaciones y tantos los enfrentamientos; tantas las insinuaciones malévolas y los juicios temerarios; y tantas las mentiras, algunas de sus principales protagonistas, que conocer qué razón movió al que lo ha hecho suponía, o no, según fuese el móvil y según quien fuese el autor del delito, poder empezar a cerrar las heridas causadas en la sociedad emeritense y en las fuerzas políticas municipales. Por ello casi resulta un alivio que --como parece deducirse de la investigación que ha llevado a cabo el Juzgado número 4 y a falta de lo que se establezca en el juicio--, la venganza empresarial, antes que la política, pudiera estar en el origen del caso.