De nada le sirvió a la cancillera Angela Merkel intentar capear el temporal de la crisis griega aplazando la toma de decisiones urgentes. La opinión pública alemana estaba en contra de la ayuda a Grecia y los electores de Renania del Norte-Westfalia, el mayor land alemán con 18 millones de habitantes y una contribución al PIB del 20%, se lo han dicho muy claro castigando severamente a su partido, el cristianodemócrata CDU, y a sus socios de coalición, los liberales del FDP. No obstante, la crisis griega no ha sido el único culpable de esta derrota. Ha sido más bien el resultado de la falta de dirección, un rumbo que la cancillera no ha sabido o no ha podido imponer a la coalición de conservadores y liberales, más ocupada en los últimos meses en las disputas internas que en la gestión de la complicada situación económica. El resultado de esta derrota en un Estado de la República tiene también graves consecuencias en la política federal. Perdiendo en Renania del Norte-Westfalia, la CDU pierde también la mayoría en el Bundesrat, la Cámara alta de representación territorial, lo que dificultará la aprobación de leyes que presente el Gobierno. Así, el resultado del domingo se convierte en una doble derrota, que deja en entredicho la capacidad de liderazgo de Merkel en tiempos de crisis.