Ningún aficionado a los toros duda ya de que éste es el año de Miguel Angel Perera Díaz (Puebla del Prior, Badajoz, 1983). El extremeño acabará el año como primero del escalafón, un número uno que se ha ganado a pulso y que en los últimos días ha ratificado saliendo a hombros de todas las plazas donde ha toreado. Desde que de pequeño jugaba a los toros con sus hermanos, Perera siempre tuvo claro que quería ser torero, una afición que acrecentó gracias a las amistades que hizo en el colegio de los Jesuitas de Villafranca. Si la semana pasada mojó la oreja al maestro José Tomás, ayer hizo lo propio con El Juli en Albacete.