Desde que el día 13 el petrolero Prestige empezó a verter fuel en aguas gallegas, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Miguel Arias Cañete (Madrid, 24-2-1950), no ha tenido tiempo de visitar la zona. Hay quien dice que va a llegar con retraso porque hace el recorrido andando en plan camino de Santiago. A los que subrayan que su presencia en Galicia no es indispensable, porque la pesca incumbe a la Xunta, habrá que decirles que como ministro español del ramo tendría que haber ido ya allí a disculparse en vivo y en directo de lo que dijo el día 16: "Afortunadamente, la rápida intervención de las autoridades españolas hace que no temamos una catástrofe ecológica ni grandes problemas para los recursos pesqueros". Desde que es ministro (abril del 2000), el marido de Micaela Domecq (terrateniente jerezana y ganadera de toros bravos) ha sido uno de los miembros del Gobierno peor valorados por su gestión deficiente en la crisis de la subida del gasóleo agrícola, el desacuerdo pesquero, el mal de las vacas locas, etcétera. Además, ha caído en declaraciones de pésimo gusto: equiparó el exceso de regadío con las mujeres, "que le pueden perder a uno", y auguró que el PHN saldría "por cojones". Si cuando las vacas locas se prodigó comiendo ternera para quitarle hierro, ahora podría hacer lo propio con los percebes contaminados.