TLta estadística oficial ha confirmado aquello que la propaganda institucional llevaba semanas contándonos como si nos desvelara el secreto mejor guardado del reino: España es la economía que más ha crecido en la zona euro durante el segundo trimestre del 2014. Frente a las décimas de retroceso anotadas por Alemania o Italia, la economía española registra seis décimas de avance y ha sumado el cuarto trimestre consecutivo con el PIB en positivo.

El milagro español pregonado por el Gobierno se reduce a una cuestión de decimales. Se crea empleo, pero mal pagado y tan precario que muchos contratos no llegan al mes de duración. Suben las afiliaciones a la Seguridad Social, pero muchos son autónomos más empujados por la desesperación que por una demanda real del mercado. Tener una empresa o una idea y llegar al crédito sigue resultando un largo viaje hacia ninguna parte. Anuncian que van a bajar los impuestos un poco a la mayoría, pero solamente parece una excusa para bajárselos aún más a la minoría.

Para crecer unas décimas hemos retornado a niveles de bienestar de hace 30 años y nuestra deuda pública ha alcanzado el billón de euros. Los mercados confían en nuestra deuda, pero no sabemos si se debe a la buena marcha de la economía o a la certeza de que nuestro Gobierno causará todo el dolor que sea necesario para asegurar que cobren sus deudas. Más que un milagro, la economía española parece una película de terror. La mejora de la economía no está trayendo más empleo, más bienestar y más riqueza para la mayoría. Solo mejores negocios para esa minoría que jamás ha dejado de hacerlos. Mejor esto que nada, dicen los adventistas del milagro. Tampoco eso es cierto. Sin crecimiento económico el bienestar es imposible. Pero sin bienestar el crecimiento es inservible.