Algo más de 66.000 militantes, 1.626 de ellos afiliados extremeños, tienen este jueves la oportunidad de acabar con el dedazo y elegir al nuevo líder del PP, una decisión que ha facilitado Mariano Rajoy al renunciar a designar a un sucesor tal como hicieron antes Manuel Fraga y José María Aznar. El PP ha seguido siendo un partido vertical, donde el presidente reunía todo el poder para elegir a los candidatos en las provincias y en las autonomías, pero el procedimiento que se ensaya ahora significa una elogiable democratización en la toma de decisiones, aunque el proceso de primarias ha demostrado también las carencias de una formación acostumbrada a obedecer.

El partido que se ufanaba de ser el mayor de España, con más de 800.000 militantes, era en realidad una formación desmovilizada, en la que solo 66.706 integrantes, el 7,6%, estaban al corriente de pago o han abonado al final 20 euros para votar. Se han presentado seis candidatos, pero no ha habido debate sobre programas ni modelo de partido, sino solo un desfile de nombres. Otro defecto del procedimiento es el método de la doble vuelta: los militantes eligen primero a los dos finalistas y los 3.184 compromisarios del congreso extraordinario deciden el vencedor. Esta fórmula puede distorsionar el voto de las bases porque puede haber provincias con pocos votantes y muchos compromisarios y el congreso puede revocar, en teoría, la elección de los militantes y designar al que quede segundo, aunque en la dirección del partido aseguran que eso no se va a producir. Sería, efectivamente, un escándalo.

Rajoy se ha mantenido silencioso y al margen de las primarias, no así Aznar, pese a sus constantes afirmaciones de que no iba a intervenir. El martes, con sus críticas veladas a Rajoy, Sáenz de Santamaría y Cospedal, es decir, a los responsables de que «se haya perdido el activo» del PP, y con sus llamamientos a la renovación y la refundación, el expresidente estaba apoyando indirectamente a Pablo Casado, a quien los otros candidatos ven como «el hombre de Aznar».

Por esta y por otras razones, Casado tiene posibilidades, aunque se enfrenta a una investigación judicial sobre sus estudios universitarios. Santamaría y Cospedal, que partían como favoritas, mantienen grandes opciones --se reparten los apoyos en las provincias--, pero el vencedor o vencedora es una incógnita porque por primera vez votan los militantes y puede haber sorpresas.