Políticamente hablando, si unos están a favor o lo parecen, y otros en contra y lo dicen, lo mejor es situarse en medio y plantear una tercera vía. Esto es lo que ha hecho Ciudadanos en Cáceres, que en medio del sí o del no a la mina de litio de Valdeflores se ha subido encima de la tapia y no entra en el debate apelando a que le falta información y que no opina hasta que los técnicos le den todos los datos.

El PP, que al principio había dicho que podía ser una oportunidad para la ciudad, ha cambiado de idea afirmando que es un proyecto aberrante para Cáceres y añadiendo que no se trata de una inversión sino de un expolio. El PSOE local está en contra, pero como la Junta de Extremadura, también en manos socialistas, debe y tiene que velar por la seguridad jurídica y no ahuyentar hipotéticas inversiones en la región, aparece en terreno de nadie. Podemos se sitúa claramente en contra y ya lo dijo antes siquiera de que se pidieran los primeros permisos. Y queda Ciudadanos, que ni una cosa ni la contraria y adopta un papel mediador cuya baza consiste en aparentar responsabilidad y sosiego; más cabeza que corazón.

Por eso la alcaldesa, Elena Nevado, ha reaccionado esta semana como lo ha hecho decidiendo elevar a pleno la modificación del plan general necesaria para tramitar el permiso de la mina. ¿Su objetivo? Ella misma lo ha declarado: que todos los partidos se retraten. Aunque no ha aludido directamente a Ciudadanos, el órdago va directamente dirigido a la formación. Quiere la regidora que su posición sea común a la del resto o, en caso contrario, que la ciudadanía lo tenga claro desde ya, no teniendo que esperar a que lleguen las elecciones de junio del año que viene y algunos se presenten bajo el paraguas de la indefinición.

La modificación del plan general sobre la Sierra de la Mosca es necesaria para tramitar todos los permisos de la mina, por lo que la cita municipal es vital y se convierte desde ahora en política y electoral. Si Ciudadanos se adhiere al no, el PP liderará la posición contraria al proyecto y Ciudadanos quedará difuminado. Si por el contrario se posiciona en el sí, la ciudadanía fijará en su cabeza los dos bandos donde Ciudadanos estará situado en contra del resto. Lo más probable es que opte por la abstención, lo cual también le servirá al PP para acusarlo de indeciso y estar más preocupado por sus intereses electorales que los de la ciudad. De una u otra forma, ambas formaciones estarán situadas enfrente, lo cual no le viene mal a los intereses de los populares dada su conexión a lo largo de toda esta legislatura. Un socio con excesivo protagonismo como ha sido el caso provoca que, en ocasiones, la ciudadanía se confunda sobre quién manda realmente.

La mina va a ser el centro del debate hasta las urnas. Se trata de un proyecto que no deja a nadie indiferente, por cuanto que se pretende situar a solo 2 kilómetros de la ciudad. Si estuviera más lejos, nadie se opondría al mismo, si acaso aquellos defensores del medio ambiente más beligerantes. En este caso, su localización es el problema, muy cerca de la simbólica Montaña de Cáceres.

Si se analizan los argumentos a favor, todo el mundo los compra: una ciudad como Cáceres, castigada por la crisis y sin un proyecto claro de avance salvo su propio sostenimiento basado en el turismo puede gustar a los propios, pero provoca un éxodo grave de las generaciones venideras. Un proyecto que genera riqueza y empleo no puede ser despreciado de facto, no ya por lo que supone en sí mismo, sino por lo que viene de añadido.

Si, por el contrario, se analizan los argumentos en contra también hay elementos de juicio razonables: generación de polvo, caducidad en apenas 24 años, extracción y envío del material a plantas externas llevándose el valor añadido y, por último, la conversión de la cantera a cielo abierto que supone la mina en un lago artificial donde no está garantizado su llenado de agua.

Hay razones de peso en ambos lados y es la ciudadanía, con sus representantes, la que debe decidir qué vía coger. A lo mejor como todo en la vida no cabe el sí o el no radical, el blanco o el negro; los matices, la negociación, logran en ocasiones avenir posturas demasiado enconadas. Aunque cuando la política, y sobre todo a las puertas de unas elecciones, entra en un asunto difícilmente cabe el diálogo y la búsqueda del consenso.