Magdalena Alvarez no parece simpática aunque haga reír. Su malhumor nos es tan cotidiano, que, como de los muñecos del guiñol, esperamos de ella lo que nos da: una auténtica tira cómica: "Si la borrasca cambió de una forma impredecible, no la pueden predecir. Pero si no la predicen los que la tienen que predecir, ¿cómo piensan ustedes que la vamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción?" Magdalena Alvarez, la Reina de las Nieves, no pudo predecir la borrasca, porque las predicciones erraron, pero ella fue tan predecible, previsible, augurable, auspiciable, adivinable y profetizable como suele. No asumió las culpas, no admitió un error, actuó con prepotencia, contestó mal, sacó pecho, se trabó, provocó risa, vergüenza ajena. Y tras una nueva imitación de sí misma, terminó, fuese y no hubo nada. En su comparecencia sobre el caos de Barajas, sólo admitió errores de coordinación, y con culpable inconsciencia reconoció que "antes de saber los problemas estaba entusiasmada con la nevada, me pareció preciosa", de lo que se infiere que la ministra de Fomento, cuando nieva, no se pone a trabajar sino que, a pesar de su aspecto feroz, se sumerge en líricos pensamientos. Defendió a los controladores --menos mal que defendió a alguien-- y culpó a todos los demás: a Iberia, a la comunidad, al Ayuntamiento de Madrid y a la Sibila de Cumas. Para ella la autocrítica es traer un látigo y fustigarse, así que no la practica, --tranquiliza que entre sus preferencias no esté el sadomasoquismo--. Y le molesta mucho que la audiencia se deje llevar por sentimientos primitivos o salvajes (los que suelen asaltar al viajero que lleva cuarenta y ocho horas esperando en un aeropuerto). Sería cómico si no fuera trágico. Pero los ciudadanos estamos obligados a decirle a la ministra, con todo respeto, que siga parodiándose si quiere pero que no vuelva a culpar al Oráculo de Delfos. Que su cargo es un servicio, que su deber es trabajar, prevenir, resolver y dar las explicaciones pertinentes a poder ser con un poco de educación. Y que por eso cobra.