Hoy tengo rota el alma, sangrando por las estirpes extremeñas y las emociones perdidas. Hoy tengo el alma triste como un olvido, incapaz de salir de la casa grande, como todos los días cuando preparaba con su orgullo, su traje nuevo para aterrizar en Madrid en busca de la efímera gloria de un 2016 que se nos antojaba lindo. Y el alma que tengo se ha unido al alma de Cáceres y Extremadura, al alma de cada cual de los cacereños y extremeños desencantados hasta pronunciar juntos el llanto de la impotencia.

Nadie nos ganó en historia, nadie nos pudo en estética, nadie tuvo más espíritu cultural que nosotros, nadie ha podido presentar semejante pedigrí, pero la razón no ha entendido de estas cosas y nos deja la boca abierta indolente y febril.

Pero serán quizá ellos quienes no nos merezcan y algún hado sabio lo habrá diagnosticado desde el silencio. Cáceres es inmensa sin concesiones, es patrimonio sin falsos halagos, es preciosa sin vestido especial. Y Cáceres tiene su particular gloria en el sentir cotidiano de sus gentes, en la fortaleza de su bienestar. Así que fortaleceré mi alma con estos valores para que deje de estar desencantada y triste.

Carmina Santos **

Concejala de Cultura