Puesto a escribir este domingo, me doy cuenta de pronto de que estoy haciendo el mismo artículo que hace diez años, ese que reivindicaba un tren de verdad para Extremadura, ese mismo que ponía especial énfasis en que nuestra Comunidad no era menos que los demás territorios de este país y se merecía unas infraestructuras igual de modernas y decentes que el resto. Así que, llegados a este punto, ahórrense tiempo y pasen de página; seguro hay cosas nuevas que ofrece el periódico de hoy tan dignas e interesantes como cada día.

Sin embargo, si han decidido seguir leyendo es porque les pasa igual que a mí: que están hartos de tanta condescendencia y postureo mientras observan cómo el mapa de España se convierte en una tela de araña llena de líneas de tren electrificadas y Extremadura permanece ajena, como una especie de oasis en medio de España y Portugal donde, al parecer, no pasa nada, no hay nada porque no pintamos nada, entre otras cosas porque a sus gentes parecen importarles un rábano esta situación.

El desinterés de Portugal por la alta velocidad ibérica nos mató. Así de claro. La bancarrota del país vecino y su consiguiente abandono del AVE Madrid-Lisboa trajo consigo que la fortuna de la que gozábamos hasta ese momento se convirtiera en dejadez; para los mandatarios en esa pobre gente a la que algún día habrá que atender pero que pasa el tiempo y nunca parece llegar su turno.

Cuando en la cumbre hispanolusa de Figueira da Foz de 2003 Aznar y Durao Barroso fijaron la línea del AVE ibérico dando un paseo por Extremadura, con paradas en Badajoz, Mérida, Cáceres y Plasencia, todos los extremeños nos miramos con esa cara de incredulidad que pone el pobre cuando se da cuenta de que lleva en el bolsillo el boleto premiado. Cuando más tarde se avanzó en el proyecto y se fijaron hasta 15 trenes diarios de ida y vuelta con paradas intermedias, y se dieron a conocer los tiempos de recorrido hasta Madrid o Lisboa, no podíamos salir de nuestro asombro de que aquello fuera verdad.

SIN EMBARGO, poco dura la alegría en casa del necesitado. Cambio de gobierno, cambio de filosofía, ralentización del proyecto, nuevo cambio de gobierno, aparición de la crisis, Portugal abandonando su parte sine die o al menos hasta que se recupere la economía, y negociación para avanzar con un tren de altas prestaciones (un AVE sin electrificar y con una sola vía) hasta que llegue el propio AVE entre Madrid y Badajoz. Así nos hemos plantado en 2016 pero sin tener nada terminado: con un trazado en la parte extremeña bastante avanzado, pero parado en varios de sus tramos porque hay empresas que no están de acuerdo con su propia adjudicación, y un nuevo cambio de gobierno aunque del mismo partido con el que hay que ir a negociar para que, por lo menos, virgencita, virgencita, me quede como estoy.

En resumidas cuentas, que mientras el AVE ha llegado o está a punto de llegar prácticamente a todos los rincones del país, a Extremadura primero se le habló de 2010, luego de 2012, más tarde de 2015 o 2016 y ya la fecha marcada en el calendario por todos resulta que es 2020. Y lo peor: se nos garantiza la unión de las principales ciudades extremeñas desde Plasencia a Badajoz por corredor de alta velocidad pero sin electrificar, pero nada se nos dice de lo que falta hasta Madrid. Pensarán que ni existe o que iremos volando porque ni proyecto hay encima de la mesa.

Es cierto que el resto de la red ferroviaria es lamentable y que el transporte por tren resulta escaso precisamente por eso, porque ni merece la pena cogerlo. Y no es menos cierto que del EJE 16 de transporte de mercancías (Sines-Badajoz-Madrid) mejor ni hablar con la jugarreta que nos hizo Zapatero y Pepiño Blanco relanzando el corredor Atlántico y Mediterráneo y dejando el nuestro de segundón. Pero en el caso del AVE aprecio que directamente se nos ha tomado el pelo y que, de no ponerle remedio, se nos seguirá tomando en lo sucesivo.

Pensé que con el pacto del ferrocarril y la unión de todas las fuerzas políticas y sociales en torno al mismo podían cambiar las cosas y crear verdadera concienciación social que moviera opiniones o decisiones en Madrid, más preocupados por atender a quienes les dan los votos que a quienes necesitan de recursos por igualdad social, pero llegados a este punto o nos movemos de verdad y alteramos el ritmo normal de las cosas, o me veo dentro de otros diez años y si vivo escribiendo justo este mismo artículo.