Escritor

Nos hemos acostumbrado a que nos mientan, que ya casi es imposible decir una sola verdad. Llegaron a preocuparnos con las llamadas "armas de destrucción masiva" que innumerables ricos de este país dieron orden de hacerse un búnker en su propia casa. Más de los que podamos imaginar. Y lo malo no es que mientan, es que ya no se sabe hacer otra cosa. Se miente casi por naturaleza. Es algo consustancial. Vemos el hotel ése llamado Glamur, y nada de cuanto ocurre es cierto. Vemos un peluquero constantemente subido sobre señoritas con las que parece aparearse, pero todo es falso. Si no fuera falso, sería todavía peor. Es decir, que la falsedad avanza porque da votos, da prestigio, insufla misterio, y todo eso, debidamente adobado, es consumido con sumo placer. Lo de las armas de "destrucción masiva" todos sabíamos que era mentira, pero no se escribía de otra cosa. Ahora mismo, aquí, Aznar dice poseer unos documentos secretos por lo que se decidió a apoyar a Bush. Hoy sabemos que un documento secreto corre el riesgo de ser falso. La verdad es imposible de contener. La verdad no necesita ser proclamada, porque la verdad traspasa las paredes. Con el chapapote pasa todo lo contrario. Se dice que ha desaparecido, pero no es cierto. Para empezar tendría que desaparecer el barco lleno de fuel o de lo que fuere. Se dice que si hubiera otro caso Prestige, se volvería a hacer lo mismo, o sea, dejar que se hundiera en alta mar.

Y lo que es peor: necesitamos que nos mientan. La ayuda de Francia contra el terrorismo de ETA es vital, pues ha habido quien ha insultado a los franceses por abstenerse en la guerra. En lo que va de año llevan detenido a 20 peligrosos miembros de ETA. Pues no se le da la importancia que tiene, y más con estos ministros deficitarios en hormonas que tenemos, o hemos tenido, no nos trasciende la brillantez francesa.

Me entro en la Casa Blanca por su página web. Hay un apartado de "Iniciativas patrióticas" a través de algo que me alarma, el llamado "pureza infinita" y una de esas iniciativas es tratar de corregir la masturbación en los seres humanos. Es decir, volvernos todos animales, menos el mono, que sí se masturba.