La elección de Isidre Fainé para presidir la Confederación Española de Cajas de Ahorros traduce la voluntad de poner al frente de la institución a una personalidad de referencia nacional e internacional, máximo responsable de La Caixa, la primera entidad de ahorro española y la mayor de Europa. La CECA precisaba confiarse a una dirección prestigiada para remansar las aguas después de las turbulencias que precedieron a la dimisión de Juan Ramón Quintás en la reunión de marzo en Sevilla. Pero también necesitaba a alguien del perfil de Fainé para mantenerse a salvo de las tensiones inevitables derivadas de los diferentes procesos de fusión en curso o a un paso de ponerse en marcha. Al mismo tiempo, la decantación de los socios de la CECA por la presidencia de Fainé trasluce la preferencia de estos por un modelo despolitizado de dirección de las cajas de ahorros. En pleno debate sobre la necesidad de alejar las decisiones de cariz financiero de las conveniencias políticas --en los procesos de fusión y en la gestión diaria--, Fainé representa justamente la preeminencia de las consideraciones meramente técnicas y de acción social sobre cualquier otro objetivo. Tal como han insistido en múltiples ocasiones las direcciones del Banco de España y de las grandes cajas, una de las consecuencias ineludibles de la crisis económica es reducir el número de entidades de crédito mediante procesos de fusión para disponer de entidades más sólidas. Para que el proceso sea lo más ágil y corto posible, una CECA a salvo de tensiones resulta una herramienta indispensable. El prestigio y la experiencia de Fainé son un buen punto de partida.