TAtlgunas esposas acostumbran a ponerles apodos a sus cónyuges. Ya conté que a un amigo mío le llama su compañera el adosado porque no la deja ni a sol ni a sombra. Ellas no lo consideran una ofensa pero una cosa es lo que digan ellas y otra la realidad. Por ejemplo, le llaman gordi . Anda, llámale tu gordi a ella. Para tu desgracia lo considerará un insulto tanto si está gorda como si está flaca, pues siempre le sobran tres kilos según ella, aunque a mí me parece que es una disculpa para justificar que le queda estrecha la ropa y ha de ir de compras. Proliferan las que les llaman Cari . ¿Cari qué? Desde luego no quiere decir cariñoso, que es cosa rara en los maridos, y mucho menos carismático o carialegre, si acaso cariacedo, que significa enojado. ¿Pudiera ser cariancho, cariacontecido, caricato (bufón), cariampollar (mofletudo)? Quizás es una manera de notificarle su situación afectiva: caribello (el toro que tiene la cabeza oscura y la frente con manchas blancas. Aunque no dice nada de los cuernos). O cariátide, el que carga y no frisos precisamente.

A mi amigo Juan le llama el monosílabo . Vuelve del paseo y le pregunta: "¿Has visto a alguien?" Y él: "No". Se interesa por el tiempo: "¿Hace frío?" Sí. "Tengo que salir a comprarme una falda. ¿Vienes conmigo?" No. Incluso con los manjares mantiene su parquedad. "¿A que están buenas las alcachofas?" "¡Bah!" Ahora, eso sí, en el momento del orgasmo se explaya y utiliza plurisílabos y hasta varias palabras: "Goooooool". Ella se interesa: "¿Ha marcado el Madrid?" Sí. "¿Ronaldo?" "¡Que sí, coño! Y cállate de una vez que no me dejas ver la repetición".

*Profesor