María Carolina es una prostituta chilena que donará el dinero obtenido por 27 de sus horas de servicio sexual a un evento que se celebra todos los años en su país en favor de los niños discapacitados. Esta mujer publicará en su página de internet, www.mariacarolina.cl , el comprobante del dinero donado, depositado en un banco. Dice María Carolina que cobrará 300 dólares por hora y media de servicios, y ya ha "vendido" bastantes horas de amor. Hasta aquí todo sería normal, por lo menos para las personas que excluimos los prejuicios morales de nuestro concepto de solidaridad, pero el evento benéfico, llamado Teletón, será conducido por un conocido presentador de televisión que ha sido el primero en tachar de inmoral el ofrecimiento de la prostituta. Raro hubiera sido que nadie clamara al cielo. Me pregunto qué tiene el sexo para que algunos lo consideren un claro exponente de obscenidad e impureza.

Quizá esos prejuicios surgen en realidad por el hecho de que se publicite y difunda la procedencia de la donación de María Carolina. Para los defensores de la moralidad y el decoro, el sexo es un oscuro objeto de deseo maligno y debe guardarse debajo de la alfombra, porque la maldad está en todas partes, pero sólo es perjudicial si se exhibe.

Esta Navidad, la mayoría de las cadenas de televisión nos ofrecerán esos clásicos programas destinados a recaudar dinero con fines benéficos. A través de estos programas, empresas y famosos donarán dinero y objetos. Loada la generosidad de esas empresas y de ese famoseo, que por otro lado serán obsequiados con unos minutos televisivos para significarse, por lo que podríamos pensar que invertirán en tiempo de publicidad. En estos casos nadie especulará sobre la procedencia de lo donado, aún sabiendo que entre los donantes quizá haya alguna empresa de las que recurren a todo tipo de artimañas para ganar dinero y famosos que venden su intimidad al mejor postor; si cabe, algo más indigno que vender el cuerpo.

Loada sea también la generosidad de María Carolina, consuelo de quienes la necesiten; quebrando de aquellos que anteponen la moralidad a lo solidaridad.