XMxar adentro , la película que narra la vida de Ramón Sampedro , ha reabierto el debate sobre la eutanasia y sonrío confortada. Me alegra que una sociedad como la nuestra se muestre dispuesta a hablar de la muerte, un tema convertido en tabú.

La enfermedad crónica ofrece a quienes convivimos con ella, la oportunidad de reflexionar sobre cuestiones que otras personas no se plantean, simplemente porque tienen la suerte de ir montados en el tren veloz de la vida y con la mirada puesta en otros horizontes. Se podría pensar que la cualidad de enfermos, en cierto modo, invalida nuestras opiniones sobre temas tan comprometidos como la eutanasia. Resulta evidente que cuando se opina sobre cualquier tema nadie puede sustraerse a sus creencias y, obviamente, nuestras opiniones sobre la eutanasia no son ajenas al significado social y cultural de la muerte y están condicionadas por nuestras propias experiencias vitales. Si se trata de entablar un diálogo que nos conduzca a un consenso social, que a su vez nos permita trasladar a una norma legal las cuestiones relativas al final de la vida, mantengo la firme convicción de que en este debate son necesarias las aportaciones de todos, resultando irrenunciables aquellas que provienen de ese prisma tan especial en el que la muerte ha pasado de ser contemplada como una probabilidad permanente, para sentirse como una realidad poco menos que inmediata. Al parecer, los humanos no somos los únicos seres vivos que tienen conciencia de la muerte o del final de la existencia, pero sí somos los únicos que hemos adquirido la capacidad de influir en el curso de la misma. El desarrollo de la medicina nos permite cada vez más interferir en el curso de esa secuencia que va de la vida a la muerte. Mantener con vida , preservar la vida , ayudar a vivir , son principios anclados en el instinto de supervivencia del individuo y de la especie, amparados en nuestros credos religiosos y raíces culturales más profundas. No obstante, la posibilidad de mantener con vida se ha visto ampliada por la ciencia y la tecnología hasta límites insospechados, no habiéndose producido un debate social paralelo que cuestionara abiertamente el uso de estas medidas. Respecto de lo que se ha dado en llamar eutanasia pasiva , la pregunta es: ¿ayudar a un ser humano a mantenerse con vida es siempre beneficioso para él y para los demás? Mi respuesta es un rotundo no. Si queremos valorar la validez de prolongar la vida de un paciente en situación terminal, empecemos por analizar sus consecuencias: prolongar la agonía puede contribuir a aumentar el sufrimiento del enfermo, a alargar la tensa espera de una familia dolorida y agotada... y a un largo etcétera de circunstancias de sufrimiento. En el capítulo de las consecuencias positivas, francamente no encuentro nada que anotar. Opino que es un grave error que nuestra contribución a alterar el curso de la secuencia vida-muerte se centre exclusivamente en prolongar la vida y retrasar la muerte.

Mi experiencia personal no me lleva más allá de afirmar que nos congratulamos de vivir en una comunidad autónoma que cuenta con una Ley de Salud en la que se recoge la figura del Testamento Vital , de contar con una sanidad pública en la que existen las unidades del dolor y en la que se ha puesto en marcha un Plan Integral de Cuidados Paliativos que ha recibido reconocimiento internacional, aunque todo ello sea mejorable. Como escribiera el poeta Lima Quintana , "después de todo, la muerte es una gran farsante, la muerte miente cuando anuncia que se robará la vida, como si se pudiera cortar la primavera. Porque al final de cuentas, la muerte solo puede robarnos el tiempo, las oportunidades de sonreír, de comer una manzana... Eso puede hacer la muerte, ¿pero robar la vida?... Robar la vida no puede... porque la vida es una antorcha que va de mano en mano, de hombre a hombre (...), una transferencia que no tiene regreso, un infinito viaje hacia el futuro, como una luz que aparta irremediablemente las tinieblas". Desde el más profundo respeto a la vida, sí a la eutanasia pasiva y, por favor, hablemos de eutanasia activa. Va por tí, Ramón y por todos nosotros.

*Psicóloga y miembro de la Asociación Oncológica Extremeña (AOEX)