No es difícil imaginar el cabreo que deber tener el lendakari Patxi López al recibir noticias de los cabildeos de sus compañeros de Madrid con el Partido Nacionalista Vasco (PNV).

Zapatero -que en términos de apoyos parlamentarios está literalmente con el agua al cuello- busca desesperadamente apoyos para aprobar los Presupuestos del 2011 y coronar así la que, a tenor de las encuestas, podría ser su última legislatura.

En este trance el cortejado es el Partido Nacionalista Vasco. Su portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka -que por cierto, en el último debate sobre el Estado de la Nación estuvo muy duro, incluso cruel, con el presidente del Gobierno, habló de la "contrarreforma" y le recordó a Rodríguez Zapatero que en 24 horas había pasado de Rodiezmo a Davos-, se deja querer.

Los diputados Eduardo Madina y Txiqui Benegas , con gran peso en el grupo parlamentario, son los emisarios a los que ZP ha encomendado llegar a un acuerdo "como sea" con los nacionalistas... sabiendo que en Vitoria gobierna el Partido Socialista de Euskadi con el apoyo estratégico del PP. Apoyo que se rompería el mismo día en el que el PNV obtuviera en Madrid la ventaja que no consigue en el Parlamento de Vitoria. Patxi López está con la mosca tras la oreja. Sabe que está al frente de una obra de ingeniería política cuya base es sumamente frágil. En un año han conseguido algo más que pacificar la vida política vasca. Merced, como digo, al apoyo de los populares que lidera Antonio Basagoiti , el País Vasco ha recuperado la esperanza de acabar con el terrorismo secando las bases de la política que les facilitaba apoyo social. López advierte contra la arrogancia con la que se expresan Urkullu y Erkoreka presumiendo ya del "puenteo" que les facilita la precariedad parlamentaria de Zapatero. En esa advertencia, a mi juicio, se contiene un punto de temor, el barrunto de que Zapatero está dispuesto a entregarle por el plato de lentejas que supondría concertar con el PNV la aprobación de los Presupuestos. Antecedentes de esa forma de proceder no le faltan. Su colega Montilla podría poner los detalles. Por eso, como digo, Patxi López está con la mosca tras la oreja.