No es un anuncio de compañía telefónica, es el anuncio de la mayor oferta de empleo público en decenios.

Aunque tarde, mal y con presiones y algunas depresiones, parece que el Gobierno tiene claro que sacará los presupuestos generales y el premio gordo se lo ha llevado el empleado público o el aspirante a serlo. Ni más ni menos que 250.000 puestos en tres años, a repartir principalmente entre Sanidad, Educación y Administración Pública.

Si todo va como se prevé, parece que las cifras para docentes en Educación rondan las 98.800, 129.700 para Sanidad, 8.560 para Justicia y el resto para las Administraciones. Con ello se pretende rebajar del 25% actual al 8% ideal, la tasa de interinidad.

Por deformación y afinidad, aunque aplaudo la medida, sólo me cabe lamentar la oportunidad perdida, si es que realmente está perdida y no abandonada, de haber podido realizar este año una oferta importante de puestos docentes.

Tanta incertidumbre y retrasos sólo han venido a perjudicar al sistema educativo y aunque muchos no lo vean así, hay que recordar que aquellas ofertas menores al 100% de la tasa de reposición, sólo son puestos de trabajo, tanto estatutario como interino, perdidos y tirados a la basura.

Si finalmente se aprueban los presupuestos y a esperas de la concreción del real decreto ley, para que todo esto no haya servido exclusivamente como moneda de cambio y realmente existe dicha voluntad, lo primero que habría que hacer sería reunir con carácter de urgencia a la Conferencia Sectorial de Educación, en la que están presentes todos los responsables educativos de todas las comunidades autónomas, y poner las cartas boca arriba y establecer un plan específico para esos tres años de manera coordinada y comprometiéndose todos y cada uno a convocar los mismos cuerpos y convocar todos los cuerpos, ya que con el «juego de trileros» que la Educación viene sufriendo por parte de las autonomías, escondiendo la bolita de las especialidades y los cuerpos a convocar, pudiera ser que de tal tamaña oferta, o nos sobren de unos o nos falten de otros.

La oferta es tan importante como para no dejar que la descoordinación, los intereses políticos o algún ombligo den al traste con ella.