WCwon la muerte del príncipe Rainiero llegan a las páginas de la prensa no sólo las vicisitudes rosas de la familia Grimaldi , sino también las cábalas sobre el destino de Mónaco en una Europa que marcha hacia su integración económica y política. Los Grimaldi mantuvieron la independencia bajo la protección de España, Cerdeña y Francia en la Europa de las alianzas de familia, la diplomacia secreta y el equilibro entre las grandes potencias. Este pequeño principado, unido actualmente a Francia por convenciones especiales que establecen un semiprotectorado, se rige desde 1992 por una Constitución que concede al príncipe poderes exorbitantes y anacrónicos. Desde 1963, Mónaco dejó de ser un paraíso fiscal para los franceses, aunque prosperó como refugio de empresas y bancos con actividades sospechosas, al estilo de Gibraltar. Pero desde que ingresó en la ONU, en 1993, cabe exigirle el escrupuloso respeto de las reglas que reprimen el lavado de dinero y la evasión fiscal. La tolerancia hacia esos delitos, a menudo emboscados tras el glamour de la vida social de la familia reinante, debe acabar. Muere Rainiero y debe enterrarse todo eso. El sometimiento a las normas de la UE será el primer desafío del príncipe que alumbró Grace Kelly.