WUwna madrileña de 26 años es la primera víctima humana, aunque aplazada, del mal de las vacas locas en España, y nos recuerda esa epidemia que puede matar por lo que se come. En especial cuando se relajan las medidas de control sanitario de la cadena alimentaria, y cuando en algunos de sus puntos priman sin escrúpulos los intereses mercantilistas. Porque ésas y no otras son las causas de una epidemia animal, la encefalopatía de Creutzfeldt-Jakob (VECJ), debida a haber alimentado al ganado con piensos elaborados con restos putrefactos de otros animales, que se contagia a los humanos y carece de cura conocida.

A diferencia de Gran Bretaña --el foco de la epidemia--, Francia y Portugal, no teníamos víctimas mortales españolas por las vacas locas. Pero los expertos habían predicho que no nos libraríamos, porque estaba latente después de lo que se hizo. El mal tiene un periodo de incubación de 10 años, y los 570 casos de vacuno con VECJ detectados en España desde el año 2000 nos convierten en el cuarto país europeo afectado.

A los actuales gobernantes sólo les cabe valorar la situación de cada caso, actuar con diligencia e informar, ya que la negación y ocultación jamás ayudan en las crisis de salud.