TStoy una mujer verde. Piensen lo que quieran. Tengo mi cocina tomada por los cubos de basura selectivos. En mi cuarto de baño están prohibidos los botes-spray. La nevera se alimenta de productos naturales...

Soy verde y me gusta pasar la tarde bajo una encina. Eso sí es clímax. Me gusta escuchar la berrea, y esquivo con una ligereza sorprendente los hormigueros. Pero mis principios han empezado a tambalearse. Pensé que ser verde estaba al alcance de todos, pero no es fácil, y que me perdone mi amigo Antonio Gentil que, como siempre haciendo honor a su apellido, me va introduciendo en el mundo verde.

A pesar de sus explicaciones Antonio no ha podido con Las Hurdes, ni con Gata, ni con... Es curioso, a los alcaldes hurdanos les importan otras cosas: ¿Cómo me van a venir a hablar de pajaritos si hay pueblos a los que no llega agua como es debido? ¿Que los parques eólicos estropean el paisaje?, ¿y qué coño me importa si en mi ayuntamiento entran algunos millones de euros? Que me den ecología en euros ... ¿Antonio, qué hacemos con ellos? Unas arcas vacías, como un estómago, nunca se extasiará con el vuelo de una grulla.

Hasta que no se atienda la eternamente oscura financiación municipal, el resto es entretenimiento de ricos, y lo verde queda para los chistes.

*Periodista