Sesenta y nueve mujeres asesinadas por la llamada violencia de género en lo que va de año. Sesenta y nueve historias a cual más dramática y por si no fuese suficiente el número de víctimas, seguramente cuando el lector ojee estas líneas, ya no sean sesenta y nueve, sino que más que probablemente sobrepasarán las setenta. Porque esto es un goteo imparable de muerte, es una herida abierta en la sociedad, una herida que sangra y sangra haciendo que todos los intentos por suturarla queden en eso, en meros intentos, mientras los asesinos de las sesenta y nueve almas, por lo menos los que siguen vivos, continúan sacando pecho regodeándose en el tan manido la maté porque era mía . Y, ¿qué hacemos como sociedad?, pues seguiremos llenando las calles llorándolas, seguiremos pidiendo justicia para estas muertes injustas, pero sobre todo, sé y temo que a pesar de todos los esfuerzos, manifestaciones y leyes, nos va a tocar seguir contando, y cuando acabe el año y si por desgracia para entonces setenta y dos mujeres han perdido la vida en manos de sus maridos, compañeros o como queramos llamar a las alimañas asesinas, el contador volverá a ponerse a cero y cuando el nuevo año dé comienzo y todos disfrutemos con los reyes de nuestros pequeños, en nuestros televisores, alguna pobre infeliz pasará a ser la número uno de una nueva lista, cuando debería ser la setenta y tres, o la cien, o la doscientos cincuenta y siete, porque lo único que conseguimos comenzando una nueva lista es limpiar nuestras conciencias y que no se nos acumulen en ella dígitos que superen la centena. ETA ha asesinado a cerca de novecientas personas en cuarenta años, la violencia de género se ha llevado por delante a quinientas cincuenta y siete en nueve años, por lo que tal vez el enemigo más peligroso no viva precisamente en ninguna de las provincias vascongadas.

Ricardo Hernández Martín **

Cáceres