WDwejó de correr el balón en el Olympiastadion de Berlín y es hora de analizar qué ha significado, qué ha aportado este Mundial. En el terreno deportivo, el éxito de las selecciones europeas y de la experiencia, en contraposición al fracaso americano y a la debilidad de unos valores emergentes que no han logrado afianzarse. Jugar al fútbol está al alcance de cualquiera. Un balón y algo que se parezca a una portería. Con estos humildes mimbres del siglo XIX se ha construido seguramente el imperio mediático más boyante del XXI. Porque, detrás del juego, nos hallamos con inversiones altísimas, un mercado universal, una expectación inusitada y una notable efervescencia patriótica. Aspectos que han tenido en este Mundial su máxima expresión. Nunca antes un Campeonato del Mundo había tenido tanta audiencia, nunca antes fue percibido como propio por tantos habitantes del planeta. Alemania ha recuperado prestigio y orgullo nacional. El Mundial se ha desarrollado sin apenas incidentes y con un sobresaliente en resultados y organización. En 1954, el triunfo de la selección germana significó el inicio de la reconstrucción tras la segunda guerra mundial. Hoy, Alemania, aun perdiendo en el césped, ha abandonado, parece que definitivamente, su terrible estigma histórico.