TEtn los más de tres años de existencia de este Gobierno, el pueblo israelí, ha demostrado que es posible hacer la paz, que la paz abre las puertas a una economía y una sociedad mejores, que la paz no es sólo una plegaria. La paz está antes que todo en nuestros rezos, pero es también la aspiración del pueblo judío, una genuina aspiración por la paz. Sabemos que hay enemigos de la paz que están tratando de herirnos con el fin de torpedear el proceso de paz".

Estas eran algunas de las palabras del discurso que el día 4 de noviembre de 1995 decía el presidente de Israel, Yitzhak Rabin , en la Plaza de los Reyes de Israel (Tel Aviv), antes de ser asesinado por un fundamentalista judío, Igal Amir . Este hecho, acaecido en una manifestación por la Paz, en Israel, y junto al que era su rival político, Shimón Peres , con quien firmó públicamente su amistad, en esa Plaza, cantando juntos canciones por un sueño, una lucha social y política, quizá ahora una utopía: La Paz.

Aquella bala, rompió el camino, cortó de cuajo todos los sueños de una sociedad. Aquella bala, marcó la ruptura en la relación con los países árabes que se habían iniciado en la Conferencia de Paz de Madrid, y que se había confirmado con la Declaración de Principios de Oslo el 13 de septiembre de 1993. Aquel camino que inició un exmilitar, Yitzhak Rabín, quien supo ver más allá de su tiempo. Supo que sin Paz, no sería posible la supervivencia de su pueblo.

En el año 2000, volvimos a tener la oportunidad de conseguir un acuerdo de Paz, con las negociaciones de Camp David. De nuevo, con el Gobierno Laborista, se acercó la oportunidad, de firmar un acuerdo. Nunca se estuvo más cerca de la Paz que en Camp David 2000.

Escuchando las actuales declaraciones del Gobierno iraní, nos muestran que hay muchas cuestiones que solventar en este conflicto, que son básicas. Entre ellas, el reconocimiento internacional de ambos Estados: Israel y Palestina. Después de tanto tiempo, no nos podemos seguir planteando quién tiene, o no, derecho a esa tierra. Pues si se les niega a un pueblo el derecho a existir, cómo se le da legitimidad a sus representantes para poder dialogar. Si las partes implicadas en el conflicto, no se reconocen mutuamente, ¿bajo qué concepto se puede negociar? ¿Quién se alzaría como representante de estos pueblos?

Recordando el décimo aniversario de la muerte del líder laborista, Yitzhak Rabín, recordamos que hay una salida al conflicto, y por tanto, una posible solución. El camino se inició con la Conferencia de Madrid, en 1991, y las bases firmes de un posible acuerdo en Camp David 2000. Esto nos hace darnos cuenta del arduo trabajo que supone la Paz.

Alcemos hoy nuestras voces, como se hiciera un 4 de noviembre del 1995 por la Paz. Que no muera nadie más por un sueño que puede convertirse en realidad. Eduquemos para la Paz, y no para la discordia, empezando por reconocer de facto, los derechos que ambos pueblos tienen a existir, sin ranuras por las que se escape un solo aliento que apoye y crea en la Paz.

*Historiadora