Todas las definiciones del museo lo conciben como centro permanente de conservación, investigación, educación y difusión de nuestros legados culturales, de distinta naturaleza, tipología y titularidad. Los cambios de los últimos años, especialmente cuando las nuevas tecnologías crearon la realidad virtual, han hecho que muchos centros de información patrimonial o de interpretación si se prefiere, adopten el término museo. Otras formas y conceptos patrimoniales, el patrimonio intangible o el paisaje histórico o de carácter singular, amplian y renuevan el concepto de museo. En algunas esferas de discusión se plantea una cierta dicotomía entre museos históricos tradicionales y nuevos centros, sin ser incompatibles. Pero para entender los retos y cambios que los museos nos planteamos de cara al siglo XXI, es imprescindible revisar nuestros cimientos.

Funciones que no debemos olvidar: Conservar, documentar, investigar y hacer partícipe a la sociedad .

Conservar es tarea prioritaria del museo desde siglos, e implica tanto la labor preventiva, evitando los hipotéticos riesgos futuros, como la labor de intervención y de urgencia; si se olvida, estamos desvirtuando la principal razón de ser. Es imprescindible coordinar equipos interdisciplinares de la esfera pública y privada. Mecenas y patronos han entendido su papel cuando se trata de salvar legado patrimonial.

En el siglo de las nuevas tecnologías la documentación de museos ha dado un salto de gigante. Hoy es posible remitir en unos minutos todo un dossier al otro extremo del planeta. La agilidad de la tecnología es una quimera si los recursos humanos no poseen entidad y permanencia. Documentar es considerado ingrato y poco lucido, lo que conlleva una menor inversión en material humano. Documentar los fondos ha de ser tarea continua, con personal técnico cualificado, que no dependa de la temporalidad de contratos, replanteando el proceso cada cierto tiempo. Saber la historia de la obra es dominar su mensaje, es mejorar la acción del museo.

Investigar en el museo es prioritario. Los museos españoles quizá son de los peor situados en medios, que no en resultados, en el panorama europeo. Mientras en los museos similares en Europa la investigación es pieza clave, los nuestros deben luchar y sortear multitud de trabas para ejecutar parte de su propia esencia. Investigar sobre las colecciones y su contexto nos guía a muchos, a pesar de los parcos medios.

Los museos tenemos una gran ventaja: podemos realizar investigación aplicada por y para la sociedad . ¿Qué entendemos bajo este concepto? Tener la capacidad de hacer partícipes a todas las esferas sociales de los resultados del trabajo científico, en nuestras exposiciones, ciclos de conferencias, coloquios o charlas de viajes con los amigos del museo, etcétera. ¿Alguien duda de que detrás de una gran exposición no esté un proyecto científico? Son necesarios reconocimiento de nuestra capacidad investigadora, inversiones suficientes y sobre todo coordinación con otros entes.

Educación y acción cultural, otra base del museo. Los departamentos han abierto un universo totalmente nuevo, pues estos profesionales y sus atractivas ofertas han logrado implicarse en el proceso educativo, en la seguridad de su imprescindible rol de presente y, lo que es más importante, de futuro. La acción cultural atrae a toda la sociedad al museo. Los ciudadanos, a través de las asociaciones, del voluntariado cultural, de los colectivos más diversos, han hecho del proceso cultural un fenómeno permeable. Y todos nos hemos enriquecido en este largo caminar en compañía. La sociedad ha cambiado al museo y el museo va cambiando la sociedad.

Museos del futuro: nuevos edificios, nuevos equipos, nueva imagen .

Hay otros parámetros que entran en liza a la hora de abundar en el futuro del museo, son sus recursos: el medio, las personas y la imagen.

La arquitectura contemporánea tiene en el museo un elemento de reflexión espacial y de creación. Nuevos museos, ya de nueva planta, edificios históricos, o ampliaciones, deben ser un trabajo en equipo. Los planes museológicos redactados por los profesionales de museos, tras la confluencia y el diálogo, propician el resultado adecuado, en caso contrario la convivencia se torna compleja, en contenedor vacío.

Los equipos humanos que hoy se precisan en los museos se han ampliado considerablemente, hay muchas y nuevas necesidades. Técnicos multimedia o de comunicación son ya realidad en los museos. Este nuevo perfil de los centros no puede ni debe hacerse a costa de sacrificar otras áreas. Hay que garantizar unos mínimos profesionales, procurar flexibilizar los perfiles, especialmente en la función pública. Los futuros trabajadores se deben adecuar a la realidad de los museos y sus actividades. Muchos de nuestros museos siguen estando atenazados en su capacidad de respuesta por la lentitud del sistema. ¿Cómo vamos a lograr los centros del siglo XXI que la sociedad nos demanda si la burocracia nos mantiene en el XIX?

Los museos somos centros referentes de cultura, de convivencia ciudadana y de ocio cultural, pero somos mucho más: somos aulas de formación de los que se educan y de los que no tuvieron oportunidad de ello y lo reclaman en su tercera edad, somos laboratorios de aprendizaje universitario, somos talleres de tiempo libre, somos motor económico de muchas ciudades, somos, en definitiva, una parte importante del tiempo que vamos construyendo.

*Museo Nacional de Arte Romano