XIxbarra... por cierto... ¡con qué familiaridad tratamos a los políticos!, ¿verdad? Y si además llevan por primer apellido Rodríguez, el protagonismo patriarcal se disipa por arte de la moderna y ultimísima discriminación positiva. Iba a decir y digo que, después de pasado el tiempo suficiente como para asimilar el discurso de Ibarra en ese particular estado de la región, estoy plenamente convencido de que debería haberlo principiado con una breve introducción al concepto de imaginación aunque sólo sea porque, para casi todos nosotros como para los antiguos griegos, la imaginación y la fantasía son lo mismo aunque en realidad no sea así. Y fantasioso (no fantástico) les debió parecer a muchos. Sin embargo, imaginación y fantasía, son dos facultades distintas: la imaginación es una facultad del alma o de la mente que representa las imágenes de las cosas reales o ideales, mientras que la fantasía es una facultad del ánimo o de la mente capaz de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas. No se molesten... alma, ánimo, mente... todo esto no hay dios, aunque sí algún filósofo, que lo entienda.

Quedémonos pues, con la esencia de lo dicho y agradezcámosle a Rodríguez Ibarra que haya tenido la valentía de conjugar, en forma y fondo, un discurso nuevo, fresco y original. Aunque sólo sea por eso, yo al menos, le voy a perdonar desde ahora mismo la mitad de los momentos en los que me ha cabreado y he llegado a sospechar que el espectro de la antipolítica (lo políticamente incorrecto es otra cosa) se había apoderado de él. Lamentablemente no estamos acostumbrados a escuchar tantas palabras agradables cargadas, sobre todo, de ilusión y convicción. Y ahora toca pensar en los jóvenes extremeños. Pensar y decir que yo, si fuese joven y extremeño, me sentiría agradecido e ilusionado porque no recuerdo yo tanta consideración y confianza en los jóvenes desde los tiempos de Tierno Galván; lo de convencido... eso me provocaría, con total seguridad, una extraña sensación de responsabilidad y compromiso difícil de digerir porque, aun teniendo enormes ganas de agradar y aceptar semejante reto, ¿dónde se aprende eso de ser imaginativo y tener buenas ideas? Aunque bien mirado y como ya se ha previsto, poco tendría que perder si tengo derecho a equivocarme.

Total que los jóvenes tienen una oportunidad única que deberían aprovechar. Deberían saber que seguramente sean capaces de responder a la confianza que se ha depositado en ellos aunque sólo sea porque son, además de tan inválidos como ellos creen, mucho más válidos, pues eso, sobre todas las cosas, es lo que se les está diciendo. Dentro de la cabeza y el corazón de los jóvenes tenemos mucho que descubrir y ellos mucho que mostrar. La capacidad de construir e imaginar no está determinada por sus ruidosas motos, ni por ir al botellón, ni por vestirse de una manera u otra. Ser joven oculta más de lo que enseña y, sólo por esa sencilla razón, convendría que ni nosotros ni ellos traicionásemos esa confianza.

*Sociólogo