Junto al mar de Almería, en la fuente mora de Mojácar resuenan desde 1488 las dignas palabras del alcaide Alavez: Cristiano, di a tus reyes que no tomen a insulto nuestro modo de proceder- Yo soy tan español como tú- Cuando llevamos los de mi raza más de setecientos años de vivir en España nos decís: sois extranjeros, volved al mar. En Africa nos aguarda una costa inhospitalaria que de fijo nos dirá como vosotros y por cierto con más razón que vosotros: sois extranjeros, cruzad el mar por donde vinisteis y regresad a vuestra tierra. Henos aquí entre dos costas que nos niegan el pan y la vecindad y el abrigo. ¿Es esto humano? Yo no hice nunca armas contra los cristianos- Alá es testigo . Desde pequeña compadecí a los arrogantes moros sin patria: Yo soy tan español como tú. Allí soñaba yo con valientes sarracenos y con cuentos de la Alhambra e imaginaba doncellas cubiertas con el velo árabe como las mojaqueras de entonces, últimas mozas del cántaro en negro riguroso. Mucho más tarde, ya enamorada del Abencerraje y de Abenámar, Abenámar, moro de la morería , en un hotel valenciano coincidí con una por entonces extraña pareja: camisa hawaiana para él y jaula oscura para ella. Joven y risueño la miraba con amor. Desayunaba opíparamente. Ella, bajo su niqab, apenas sorbía el café con una pajita y cargaba con las maletas. Allí enterré el bobo romanticismo de mi visión infantil. El con fresco y juvenil atuendo occidental apropiado para el tórrido mayo valenciano. Ella no. Porque era mujer. Si hubiera sido una cuestión cultural ambos hubieran vestido como musulmanes. Pero el niqab --o el burka-- no es una prenda más de significado inocente, no es literatura morisca para niñas soñadoras, sino la prueba sangrante de una cosmovisión que considera pecaminoso el cuerpo de la mujer y a toda ella propiedad del marido: te tapo porque eres mía . Aceptarlo no es respetar la diversidad o la multiculturalidad, sino atentar contra la igualdad, la dignidad y la salud. Mujeres en negro. Con su encierro a cuestas. Aunque sea voluntario. Mucho peor que Bernarda Alba.