WEw l barrio pacense de Los Colorines es un ejemplo del fracaso de las políticas de inserción que intentan resolverse simplemente dando a las personas una vivienda. Tener casa es un derecho de todo ciudadano y un factor decisivo para salvar a muchas personas de la exclusión. Pero no es un factor suficiente. Sólo con entregar unas casas no se consigue la incorporación de las familias receptoras de ellas a la sociedad con normalidad, es decir, con plenitud de derechos y deberes. Los Colorines son --como otros barrios en otras ciudades extremeñas-- la muestra de la equivocación que tuvieron las administraciones local y autonómica cuando decidieron echar abajo las infraviviendas de las Cuestas de Orinaza y trasladar a muchas de las familias que vivían en ellas a pocas decenas de metros más abajo, a Los Colorines, unos bloques de pisos de vivos colores, de ahí su nombre, pero tan extraños al tejido ciudadano como lo habían sido las Cuestas de Orinaza. Porque los problemas continúan. El último es significativo: unos individuos han intentado el pasado martes asfixiar a sus vecinos prendiendo fuego a un neumático al que habían rociado de gasolina. Lo hacían con tanta saña que hasta apedrearon a los bomberos cuando fueron a apagarlo. Es un suceso que denota un grave enfrentamiento, pero también el abandono del resto de la sociedad, como si ya no hubiera esperanza de solución. Tienen razón IU y los vecinos que, contra la adversidad, siguen exigiendo servicios sociales que ´conecten´ a Los Colorines con el resto de Badajoz. Porque, sin conexión solo quedará el gueto .